Con el propósito de aportar al debate sobre la crisis de la educación superior que afecta de manera directa los intereses y derechos de la clase trabajadora, nuestra redacción, a propósito del escándalo público gatillado por el sueldo millonario de la política pinochetista Marcela Cubillos como profesora de la Universidad San Sebastián, presenta dos opiniones. Ambas están asociadas al negocio de la educación privada y subvencionada en Chile encarnada en la universidad mencionada. Desde la dictadura que la educación en general fue convertida en una mercancía más, como una lata de sardinas de tal o cual marca, perdiendo su carácter de proceso complejo para la construcción de sujetos reflexivos y críticos.
La universidad como cajero automático
por Julián C. González
Gramsci ya anticipó que «La conquista del poder cultural es previa a la del poder político, y esto se logra mediante la acción concertada de los intelectuales llamados ‘orgánicos’ infiltrados en todos los medios de comunicación, expresión y universitarios», y adicionalmente «el problema de la educación es el problema de clase más importante. La historia de la educación demuestra que toda clase que ha querido tomar el poder se ha preparado para ello mediante una educación autónoma…»
La derecha, desde un punto de vista gramsciano, ha sido capaz de consolidar y naturalizar todas sus acciones políticas bárbaras a través de los propios vacíos jurídicos en el sistema económico y político que defienden en las áreas de la educación y la cultura. Esto, al mismo tiempo se traduce en un resquebrajamiento del contrato social, ya que precisamente dicho sector es el primero en levantar la voz cuando se realizan manifestaciones para mejorar la calidad de vida a raíz de la desigualdad económica existente entre el 1% más rico del país en contraste con la mayoría.
El caso de Marcela Cubillos y su sueldo de 17 millones de pesos por impartir clases, e incluso que cuando viajaba a España estas clases fueran parchadas por Julio Isamit y José Francisco Lagos, es la representación tangible de las veces en que la sociedad chilena se ha movilizado bajo diferentes títulos. Respecto a cómo la élite política y económica verbaliza como bandera de lucha que todos los ciudadanos debemos tener una conducta moralmente correcta ante la ley y el orden, estar al día con nuestros pagos, y seguir «esforzándonos» porque más temprano que tarde nos llegará la ansiada recompensa bajo el título de «meritocracia». Sin embargo, casos como el de Hermosilla y la Universidad San Sebastián ratifican que todos estos postulados por parte de la derecha han sido una ilusión para la ciudadanía, en desmedro de ella y con el afán de acumular mayor capital.
Por otro lado, al criticar o remecer la coyuntura a raíz de sus actos inmorales, Marcela Cubillos responde para lograr justificar su sueldo que «Es una institución privada que puede asignarle el valor que quiera a una persona adentro», como si toda empresa o institución privada, que al mismo tiempo se financia con recursos del Estado, estuviera ajena a cualquier tipo de crítica desde lo ético o de fiscalización respecto a la administración de los fondos públicos que recibe. Esto genera una contradicción, ya que Marcela desvía la atención de su sueldo argumentando que las izquierdas están atentando contra la libertad del sector privado para asignar sueldos. El problema que ella presenta es que la izquierda está anteponiendo su ideología sobre la educación, polarizando de manera calificativa entre «octubrismo» y «libertad», finalmente comparando y cuestionando si los sueldos de los ministros y el presidente de turno les parecen correctos a la ciudadanía. Es extraño que los sueldos, tanto de ella como de su equipo, cuando fue ministra, jamás lo cuestionó como lo ha hecho recientemente, considerando que como ministra de Educación cerró las puertas a los profesores y las instituciones, lo cual se refleja precisamente en la crisis de la educación pública que se arrastra hasta el día de hoy.
Dicho lo anterior, la universidad no puede ser utilizada como caja automática cuando dejas de ser gobierno, ni puede ser un espacio para hacer proselitismo o propaganda política. Cabe recordar que su libro «Leer antes de votar», financiado por la Universidad San Sebastián, fue entregado de manera gratuita en los stands del Rechazo en el plebiscito del 4 de septiembre. El financiamiento público no puede servir para ello; debe servir para educar, para una educación que responda a las necesidades de la sociedad del siglo XXI, que le permita al estudiante egresar con una formación acorde a los tiempos actuales y no que sea servil para la minoría, es decir, la elite económica.
No se puede seguir validando el lucro en desmedro de quienes se endeudan por tener un mejor porvenir para sus familias y su desarrollo personal. Lo que determina a una sociedad próspera, en donde sea posible cultivar un mayor bienestar, es allí donde la educación responda a las exigencias del mundo actual. El caso de Marcela Cubillos es precisamente un deterioro de la educación y de las instituciones que la rodean para el financiamiento de sus intereses particulares y la acumulación de capital. Estamos en el momento adecuado de volver a levantar las banderas del «No + lucro», que movilizó a estudiantes, familias y profesores en el 2011, para terminar con la tendencia de perfilar a la educación como negocio y centro de pensamiento hermético para los más ricos del país.
Financiamiento de la Ues privadas
por Manuel Rojas V
El escandaloso sueldo de Marcela Cubillos es solo la punta del iceberg de un claro ejemplo de la educación de mercado heredada de la dictadura. Un nuevo antecedente revelado por el medio FactCheck, da cuenta del traspaso de $481 millones de pesos desde el Ministerio de Educación a la universidad San Sebastián por trato directo, esto mientras la ex convencional era quien encabezaba el Ministerio. Esto nos demuestra cómo opera el mercado en la educación, fugando grandes cantidades de dinero a entidades privadas en desmedro de la educación pública, donde millones de estudiantes tienen que endeudarse con el CAE para poder estudiar, mientras las universidades mantienen problemas de infraestructura, o incluso se han planteado el cierre de la admisión de carreras, como es el caso de la Universidad de Tarapacá en el norte del país.
Un nuevo antecedente quedó al descubierto en el caso Cubillos, ya que se reveló que la USS recibió $481 millones de pesos por trato directo desde el Ministerio de Educación, bajo la aprobación de la entonces ministra Marcela Cubillos. Ya el escandaloso sueldo de 17 millones que recibía como pago por desempeñarse como “profesora” en la USS ha traído un montón de críticas, toda vez que la casa de estudios dirigida por Andrés Chadwick es una verdadera caja registradora de los políticos de derecha ligados a la UDI y RN, quienes financian sus campañas y reciben pagos por favores, como el traspaso de platas públicas.
Esto deja en evidencia que en Chile sigue operando la educación de mercado heredada de la dictadura, donde se sigue financiando a entidades privadas en desmedro de la educación pública, en donde la USS ha recibido proporcionalmente más financiamiento incluso que la Universidad de Chile. Otro antecedente importante es que la USS ha aumentado sus matrículas exponencialmente desde el 2005 con 9.663 a 38.512 en 2023, recibiendo recursos CAE por más de $820.558 millones de pesos en el mismo periodo.
Es sabido que para estudiar en Chile hay que endeudarse incluso en Universidades Públicas, ya sea a través del Banco con el CAE o con la misma Universidad a través del fondo solidario, ya que la beca de gratuidad es limitada y no es universal. Las casas de estudio funcionan como verdaderas empresas donde más te endeudas mejor, ya que te mantendrá atado económicamente hasta saldar la deuda, cosa que es casi inalcanzable porque las tasas de interés son altísimas y suben todos los años, al igual que las matrículas y aranceles de las carreras.
Al final es el Estado el que termina interfiriendo en estos negocios para pagar la deuda contraída por ellos mismos con grandes empresarios, que se siguen llenando los bolsillos a costa del esfuerzo de las familias trabajadoras.
Hoy las y los estudiantes y funcionarios de las USS se vienen manifestando en contra de estos sueldos millonarios, ya que denuncian que en su propia casa de estudios tienen problemas de infraestructura y más, mientras ellos tienen que endeudarse para poder estudiar, la USS prefiere pagar grandes sueldos y favores políticos a estos personajes de la derecha.