José ‘Pepe’ Mujica, expresidente de Uruguay, falleció este 13 de mayo, a los 89 años. El exmandatario, uno de los principales referentes del progresismo latinoamericano en las últimas décadas, anunció el pasado 9 de enero que el cáncer se le había extendido al hígado y que no iba a recibir un nuevo tratamiento. “Me estoy muriendo y el guerrero tiene derecho a su descanso”, dijo.
Mujica conmovió al mundo al llegar al Gobierno de Uruguay el 1 de marzo de 2010. Medios de comunicación de todo el planeta contaron la historia del exguerrillero que con 75 años se convertía en presidente liderando una coalición de izquierda. Era el punto cumbre de una vida marcada por el compromiso político con los explotados y oprimidos.
Mujica militó desde muy joven. Tenía 14 años cuando empezó en una “agrupación anarco”, según contó él mismo y fue relacionándose cada vez más con partidos de izquierda y abrazando el marxismo. Fue un ávido lector de historia, biología y literatura, y tuvo una fuerte formación humanista.
Creció en Paso de la Arena, una zona ubicada al oeste de Montevideo, de clase obrera y bastión de la resistencia a la última dictadura (1973-1985). Aprovechando la hectárea de campo que tenía la familia ahí, Pepe Mujica plantaba verduras y flores que vendía para ayudar a su madre, Lucy Cordano. Su padre, Demetrio Mujica, murió cuando él tenía 16 años. El apego a la tierra, la austeridad y su hablar campechano fueron sus marcas distintivas.
A sus 20 años no estaba afiliado a ningún partido político, pero participaba en protestas de trabajadores y se movilizó por la reforma universitaria. La revolución cubana de 1959 fue una influencia para los jóvenes y pueblos de América Latina.
En su búsqueda, Mujica se incorporó a la lucha armada con el Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros, guerrilla urbana inspirada en la revolución cubana. Fue encarcelado por primera vez en 1964 por el intento de asalto a una sucursal de la empresa Sudamtex y en 1969 pasó a la clandestinidad.
Fue detenido varias veces. En 1970, los policías ya lo tenían en el suelo, desarmado, y le dispararon seis balazos. Al año siguiente, Mujica protagonizó la espectacular fuga de la Cárcel de Punta Carretas: a través de un túnel se escaparon 111 presos (106 eran guerrilleros).
Tras el golpe de Estado de 1973, Mujica se convirtió en rehén de la dictadura. En el libro Memorias del calabozo, Fernández Huidobro y Mauricio Rosencof narraron la tortuosa experiencia que vivieron junto a Raúl Sendic, Jorge Manera, Henry Engler, Adolfo Wasem, Jorge Zabalza y Julio Marenales, a quienes tuvieron rotando entre cuarteles de todo Uruguay. “Ese largo viaje de nueve rehenes de la tiranía duró, exactamente, 11 años, seis meses y siete días”.
Mujica fue el candidato presidencial del Frente Amplio y ganó las elecciones de noviembre de 2009. Durante su Gobierno se aprobaron leyes que ampliaron los derechos de las personas, como la legalización del aborto y el matrimonio igualitario.
Pepe Mujica donó casi el 90% de su sueldo como presidente a fondos de ayuda social y siguió viviendo en su modesta chacra (finca rural) en Rincón del Cerro.
A sus 80 años dejó la presidencia, pero nunca la militancia. “Me iré con el último aliento y donde esté estaré por ti, contigo, porque es la forma superior de estar con la vida. Gracias, querido pueblo”, le dijo a una multitud.
Mujica provenía de un país pequeño, pero su proyección tuvo alcance mundial. Se convirtió en una voz respetada y en un referente político, sobre todo entre las nuevas generaciones. Su legado quedará se mantendrá asociado a su característico hablar pausado, sus reflexiones serenas y su franqueza.




