El pasado lunes 31 de marzo, las y los trabajadores del Sindicato de Trabajadores Altonorte votaron a favor de la huelga y en rechazo a la última propuesta presentada por la empresa de la multinacional Glencore, la que se dedica a la producción y comercialización de cobre, ácido sulfúrico y molibdeno. La decisión de paralizar fue respaldada con el 98% de los trabajadores y se efectuó tras un largo proceso de negociación colectiva al interior de la fundición.
Luego de votar la huelga, el lunes 7 de abril comenzó el proceso de mediación obligatoria, correspondiente a cinco días, en esta primera etapa. Los dirigentes sindicales señalaron que la aplastante mayoría se inclinó por la huelga debido al ataque sobre los salarios que la corporación intenta imponer a través del convenio colectivo, y agregaron que los trabajadores no permitirán que les empeoren las condiciones laborales. Toda esto sucede en medio de la paralización de las operaciones al interior de la fundición por un grave problema en el horno de fusión.
La fundición Altonorte lleva más de dos semanas con sus operaciones paralizadas, a causa de una grave falla del horno reactor. “Fue una falla operacional o, mejor dicho, un error en la toma de decisiones por parte de Gerencia, que derivó en que el horno principal- el horno de fundición que hace que el concentrado de cobre pase de estado sólido a líquido-, haya quedado en mal estado, sin poder funcionar. Esto, producto de una mala composición química que hizo que el líquido, al interior del horno, quedara como cobre casi listo para moldear y fuese imposible fundirlo y, por ende, recuperarlo”, detalló uno de los dirigentes sindicales, Sebastián Cabello.
La paralización de las operaciones no implica, por el momento, un riesgo en la operatividad de la planta, pero de todas maneras, la empresa aprovecha la situación para morder los bolsillos de las y los trabajadores.
Justo poco antes de terminar el proceso legal de negociación colectiva- y con la problemática del horno reactor abierta-, la compañía presentó una nueva oferta ante el sindicato, explicitando un ataque directo a los salarios de los trabajadores. “En el contrato colectivo, hay una tabla de 11 ítemes reajustables al IPC, de los cuales la empresa dejó propuesto solo uno. Tenemos que considerar que el IPC actualiza el valor de los bienes que uno adquiere, por ende, al dejar fuera la reajustabilidad del sueldo y bonos, acorde a los vaivenes del IPC, no solo congela nuestros ingresos, sino que, peor aún, puede terminar en una disminución del salario. Considerando la situación internacional y los cambios en los aranceles de distintos bienes y productos, por parte del gobierno estadounidense de Trump, ¿qué pasaría si aumenta la inflación?”, se preguntó Pablo Muñoz, otro dirigente del sindicato.
“Si no damos esta pelea, estaríamos aceptando un salario que no te ayuda a vivir en una ciudad como Antofagasta, por eso queremos que esta lucha sea tomada por el conjunto de los trabajadores de la región, porque sería un mal precedente para otras fábricas que a nosotros nos pasen este ataque; allanaría el camino para que otras empresas realicen este mismo ataque. Si no resistimos esto, será un punto de apoyo para que otras empresas del sector precaricen los sueldos de sus trabajadores”, refirió Muñoz.
Por eso, para los trabajadores, se trata de una defensa imprescindible, no solo pensando en el bienestar de las y los empleados de la fundición, sino que del conjunto de los trabajadores de la minería y otros sectores.
“Trabajar para la minería, o en una fundición, como nosotros, es exponerse a gases contaminantes, a altas temperaturas, a la polución, a trabajar todo el tiempo en turnos, de noche. Nosotros trabajamos en un ambiente con mucho ruido, hostil, donde nos exponemos a una serie de problemáticas y enfermedades laborales, a cambio de un poco más de plata que en otros trabajos. Esto igual se traduce en que un trabajor de minería o de una fundición, es muy probable que viva menos que un trabajador de otro sector. Es triste, pero tenemos casos de compañeros que dan más de 30 años de sus vidas en la fundición, se retiran, viven dos años más y mueren de cáncer”, planteó Cabello.
No es casual que un sector importante de las y los trabajadores de la fundición se encuentre con licencia médica por diversos motivos de salud. De acuerdo al dirigente, “los ritmos de trabajo pasan la cuenta, hay compañeros con problemas en el músculo esqueléticos, con temas respiratorios, en el manguito rotador. Además, el ritmo de trabajo afecta directamente la relación con nuestras familias. Compañeros que no tienen tiempo para ver a sus hijos, que se pierden momentos importantes en sus vidas, actividades de colegio, el poder estar presentes cuando crecen, pasar mucho más tiempo con esposas, con amigos… Por todo esto, las personas quieren un cambio, no por nada la huelga se votó por la gran mayoría. En ese sentido, nos sentimos totalmente respaldados por el sindicato”.
El sindicato se mantiene firme y decidido a dar una pelea para enfrentar y evitar que Altonorte castigue la vida de las familias de cientos de trabajadoras y trabajadores. “La huelga se prepara. No se puede confiar en la empresa, menos aún cuando atravesamos una crisis con el horno reactor”, enfatizó uno de los dirigentes.
Glencore es la principal empresa privada dedicada a la compraventa y producción de materias primas y alimentos del mundo. El grupo controla el 50 % del mercado mundial de cobre, el 60 % de zinc, el 38% de alúmina, el 28 % de carbón para centrales térmicas, el 45 % de plomo, de acuerdo a información pública. En Chile, tiene participación en distintas operaciones, como la Compañía Minera Lomas Bayas y el Complejo Metalúrgico Altonorte; ambas ubicadas en la región de Antofagasta. Asimismo, cuenta con un 44% de participación en la empresa conjunta Compañía Minera Doña Inés de Collahuasi.