El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) publicó el informe sobre el desarrollo humano en Chile (puede consultarse el estudio completo al final de la nota) alertó sobre el “espíritu obstruccionista” de la política, señalando que el avance hacia un Desarrollo Humano Sostenible se ve frenado por la desconfianza en las instituciones.
“¿Por qué nos cuesta cambiar?” es el título de la nueva publicación del emblemático reporte del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en Chile, casi una década después de su última edición (2015). La pregunta crucial es: ¿por qué se entrampan cambios largamente demandados por la población y cuya necesidad avala el conocimiento experto?
Según el informe, estas interrogantes reflejan un desafío clave para avanzar hacia un Desarrollo Humano Sostenible en el país, ya que “para aprovechar las oportunidades que Chile ofrece, se requiere con urgencia llevar a cabo los cambios pendientes y anticipar los desafíos”.
El reporte del PNUD revela un preocupante panorama sobre la capacidad del país para implementar cambios significativos en su política y sociedad. Señala que las capacidades para acordar e impulsar cambios por la vía institucional y democrática se redujeron.
“Los fracasos reiterados de las iniciativas de cambio constitucional, los sucesivos intentos infructuosos de reformar el sistema de pensiones, y los problemas persistentes en el ámbito de la salud dan cuenta de ello“, sostiene el informe. Como consecuencia, “las discusiones sobre las soluciones se prolongan de manera indefinida y no arriban a acuerdos ni se concretan en políticas”.
Uno de los puntos centrales del informe es la identificación de un “espíritu obstruccionista” en la política nacional. Según el PNUD, “el ímpetu reformista que hasta mediados de la década de 2010 se apoyaba en la ‘democracia de los acuerdos’, esa capacidad de construir acuerdos políticos transversales, aun con múltiples limitaciones, como el sistema electoral binominal, el temor heredado a la ingobernabilidad y la desconfianza ante la injerencia del Estado en la sociedad, entre otras, ha sido reemplazado por un espíritu obstruccionista y de revancha política”.
El informe precisa que estas lógicas han sido extendidas y transversales, es decir, constituyen “prácticas comunes a los distintos conglomerados políticos“. Un caso que muestra contundentemente esta tendencia, dice, son los fallidos intentos de reforma previsional en los últimos tres gobiernos.
“Otro ejemplo de obstruccionismo se vio en los distintos procesos de elaboración de un nuevo texto constitucional. El resultado de estas lógicas, como es evidente, es la dilación de las soluciones y la acumulación de deudas del cambio”, añade.
De acuerdo al PNUD, las “oposiciones dicotómicas”, como la de Estado versus mercado, también han influido en el debate público y en la capacidad de avanzar en reformas. Estas oposiciones, que “operan como verdaderas trincheras en el debate público”, complican aún más la búsqueda de soluciones efectivas para los problemas del país.
En esas trincheras, según el estudio, “los actores caracterizan negativamente a quienes sostienen posiciones diferentes, negándoles toda racionalidad”.
En ese sentido, el reporte observa que la mayoría de las personas evalúa negativamente los cambios recientes y considera que los cambios profundos esperados en materia de derechos y protección social han sido “poco profundos o inexistentes”. Esta percepción está acompañada por un aumento en la preocupación y la decepción, y una disminución en la esperanza.
Pero no todo ha cambiado. Según el PNUD, lo que se mantiene es la rabia y las demandas expresadas en el estallido de 2019. El informe revela que, entre las personas que estaban a favor de estas demandas, el 83% lo sigue estando. También persiste la desconfianza hacia quienes ejercen funciones de representación y hacia las instituciones políticas. Permanece también la percepción de que la sociedad no respeta plenamente la dignidad y los derechos de las personas, con valores de 56% el 2013 y 53% en 2023.
El PNUD subraya que la capacidad de la sociedad chilena para conducir cambios favorables al Desarrollo Humano Sostenible se ve afectada por una “disociación defensiva” entre el futuro personal y el futuro colectivo y un aumento del pesimismo colectivo. Estos factores, junto con una baja disposición para asumir costos en pro de objetivos comunes y una debilidad en el tejido social, representan “significativos obstáculos” para el progreso.
Todo se suma a la preeminencia de “lógicas inhibidoras” de la conducción a nivel de las instituciones, los discursos públicos y las subjetividades.
“Las personas desean cambios intensamente, pero su capacidad para unirse, organizarse y actuar de manera colectiva por metas comunes parece ser limitada”, concluye el documento.