La Fundación SOL se refirió al concepto «pobreza de tiempo», como una expresión extraña, pero que todas las y los trabajadores lo han experimentado.
Para abordar el tema, la Fundación SOL, a través de sus investigadores integrantes Francisca Barriga, Andrea Sato y Gonzalo Durán, realizaron un estudio donde definieron a la pobreza de tiempo como «la situación en la que el total de horas que una persona destina al trabajo (incluyendo actividades remuneradas y no remuneradas, lo que se llama carga global de trabajo) no le permite obtener un estándar mínimo de uso de tiempo destinado al descanso, el cuidado personal y el ocio».
El economista Gonzalo Durán, explicó que «esta idea ha sido trabajada en el mundo académico y tratamos de llevarla a la discusión general. Identificamos a quienes están muy imbuidos en sus espacios laborales y nos dimos cuenta de que en el caso de las mujeres la pobreza de tiempo llega a un 51% de ellas, una cifra dramática, mientras que para los hombres la cifra es del 36%», y agregó que, «hablamos de un problema que está lejos de ser resuelto con pequeños ajustes. Por eso ni siquiera la propuesta del Gobierno de rebajar de 45 a 40 las horas laborales por semana es una respuesta de fondo. Hay que hacer algo mucho más revolucionario si de verdad queremos atacar este inconveniente».
Durán enfatizó que «la pandemia visibilizó una serie de trabajos domésticos y de cuidados no remunerados que no estaban a la vista. Y que también quedaron expuestas las segundas jornadas, que de forma preferente caen en las mujeres y se multiplicaron en este tiempo».
El investigador de la Fundación SOL planteó que, «Mostramos que con una jornada de ocho horas diarias, tres son para financiar los salarios y las otras cinco son para financiar las ganancias del capital. Por eso rebatimos a quienes dicen que estamos bajos en productividad, pues para nosotros es claro que las últimas décadas se produce la misma cantidad de mercancía en menos tiempo», y añadió que «lo que pasa es que los trabajadores, al no estar organizados, deben aceptar lo que se les impone. Por eso es esencial fomentar la sindicalización que en Chile apenas bordea el 20%, y la negociación por rama de actividad económica, algo de lo que ni siquiera hablamos mucho acá. Es que hay muchos estudios internacionales que señalan que en aquellos países en los que los sindicatos tienen poder, la distribución del ingreso es mejor, además la pobreza de tiempo también es menor».
Con este estudio titulado. “Tiempo robado: pobreza de tiempo, productividad y acumulación capitalista”, la Fundación SOL no pretende “casarse” con una reducción específica de las horas de trabajo, sino que, afirman, abrir el debate sobre el asunto.
Los autores de la investigación «tiempo robado: pobreza de tiempo, productividad y acumulación capitalista» proponen mantener una mirada integral de las políticas públicas en torno al uso del tiempo, mejorar significativamente los ingresos, propiciar iniciativas que impliquen la socialización de los cuidados y fortalecer la actividad sindical.
El texto de la Fundación SOL, muestra que en el país son 31 las horas promedio semanales destinadas a trabajos domésticos y de cuidados no remunerados. Pero al desagregar por género, las mujeres suman 41 horas promedio y los hombres solo 19. Y sobre la pobreza de tiempo, una de cada dos mujeres y uno de cada tres hombres entran en ese concepto. Si prospera la rebaja de 45 a 40 horas semanales, la situación de ellas seguirá igual, mientras que en ellos la proporción sería de uno de cada cinco.