por Ricardo Camus
El concepto de trabajo enajenado fue uno de los aportes más importantes de Karl Marx a la teoría social y económica. Marx describió cómo en el sistema capitalista los trabajadores experimentan una pérdida de control y conexión con su labor, lo que genera una sensación de alienación. Este fenómeno se manifiesta en varias dimensiones: los trabajadores no poseen los medios de producción, no controlan el proceso de trabajo, no disfrutan del producto final y, en consecuencia, sienten que su trabajo no tiene un propósito auténtico.
Según Marx, en un sistema capitalista el trabajador se convierte en una pieza más en la maquinaria económica, realizando tareas repetitivas y desconectadas del resultado final. Esto provoca que el trabajador vea su labor como una simple obligación, en lugar de una expresión de su creatividad o potencial humano. La enajenación, por tanto, no solo afecta la satisfacción personal, sino que también tiene implicaciones sociales y culturales, fomentando la deshumanización y la pérdida de sentido en la vida laboral.
¿Y cómo se refleja esto en las relaciones laborales actuales? Aunque el contexto ha cambiado en muchos aspectos, todavía podemos observar varias similitudes con la visión marxista. Por ejemplo:
*Trabajo repetitivo y despersonalizado: En muchas industrias, los empleados realizan tareas monótonas que no les permiten desarrollar habilidades o sentir que contribuyen de manera significativa. Esto puede generar insatisfacción y sensación de vacío.
*Falta de control: En muchas empresas, los trabajadores tienen poca participación en decisiones importantes relacionadas con su trabajo, lo que refuerza la sensación de enajenación.
*Desconexión con el producto: En trabajos donde el empleado no ve el resultado final de su labor, puede experimentar una sensación de desconexión y falta de propósito.
*Condiciones laborales precarias: La precarización del empleo, los contratos temporales y la automatización también contribuyen a que los trabajadores se sientan alienados de su labor y de su entorno laboral.
Por otro lado, en la actualidad, algunas tendencias buscan contrarrestar esta enajenación, promoviendo modelos de trabajo más participativos, el desarrollo de habilidades, el reconocimiento del trabajador y la creación de ambientes laborales que fomenten la creatividad y el sentido de propósito.
En resumen, aunque las condiciones laborales han evolucionado desde la época de Marx, el fenómeno de la enajenación sigue presente en muchas formas. Reconocerlo nos ayuda a entender mejor las dinámicas laborales actuales y a buscar formas de crear entornos de trabajo más humanos y satisfactorios.
El rol de los sindicatos para mejorar las condiciones laborales y contrarrestar la enajenación
Para mejorar las condiciones laborales y contrarrestar la enajenación descrita, los sindicatos pueden desempeñar un papel crucial a través de diversas acciones:
*Negociación Colectiva Fortalecida: Los sindicatos deben negociar activamente convenios colectivos que aborden directamente las causas de la enajenación. Esto incluye la búsqueda de mejores salarios, condiciones de trabajo dignas, horarios laborales justos y la implementación de medidas que promuevan la participación de los trabajadores en la toma de decisiones relevantes para su labor.
*Fomento de la Participación y el Control Obrero: Los sindicatos pueden impulsar mecanismos que permitan a los trabajadores tener mayor voz y voto en la organización del trabajo. Esto podría traducirse en la creación de comités de empresa con poder de decisión, la implementación de modelos de gestión participativa y la defensa del derecho a la información y consulta sobre los procesos productivos.
*Promoción del Desarrollo de Habilidades y la Formación Continua: Los sindicatos pueden presionar por programas de formación y desarrollo profesional que permitan a los trabajadores adquirir nuevas habilidades, diversificar sus tareas y sentir que su trabajo tiene un componente de crecimiento personal y profesional, rompiendo con la monotonía y la sensación de estancamiento.
*Defensa de Condiciones Laborales Justas y Seguras: Los sindicatos deben ser vigilantes en la defensa de la seguridad y salud en el trabajo, así como en la lucha contra la precarización laboral (contratos temporales abusivos, subcontratación, etc.). Un entorno laboral seguro y estable contribuye a reducir la sensación de alienación e inseguridad.
*Fomento de la Conexión con el Producto Final y el Propósito del Trabajo: Los sindicatos pueden abogar por una mayor transparencia en los procesos productivos y por iniciativas que permitan a los trabajadores comprender la importancia de su labor dentro del conjunto, así como su contribución al producto o servicio final. Esto puede ayudar a generar un mayor sentido de propósito y pertenencia.
*Creación de Espacios de Solidaridad y Apoyo Mutuo: Los sindicatos actúan como plataformas para la organización y la solidaridad entre los trabajadores. Fomentar un ambiente de apoyo mutuo y reconocimiento puede contrarrestar la sensación de aislamiento y despersonalización que contribuye a la enajenación.
*Sensibilización y Concientización: Los sindicatos tienen un rol importante en educar a los trabajadores sobre sus derechos y sobre el fenómeno de la enajenación, empoderándolos para exigir mejores condiciones y participar activamente en la transformación de sus entornos laborales.
*En definitiva, la acción sindical coordinada y estratégica es fundamental para desafiar las dinámicas que generan enajenación en el trabajo actual y para construir entornos laborales más justos, humanos y satisfactorios para los trabajadores.
(Nota del Ed. En la primera sección de El Capital de Karl Marx, el revolucionario explica que, bajo el régimen capitalista, de manera objetiva y no como percepción sensorial o subjetiva, la supremacía del valor de cambio sobre el de uso (la ganancia sobre el bien común), el dinero (como equivalente universal de los valores de cambio, circulación y medio de pago) y el mercado como sitio del intercambio, sólo existen relaciones entre cosas, entre mercancías. Es decir, los productores desaparecen ante el gobierno de la compra y venta de bienes y servicios. El modo de producción capitalista se vuelve predominante históricamente en virtud de las condiciones que determinan su proceso y desarrollo superior de las fuerzas productivas (tecnología y ciencias, así como el enriquecimiento de las habilidades humanas por medio, por ejemplo, de la alfabetización general). Esto es, cuando el trabajo asalariado y la división social del trabajo se ha tornado compleja en relación a la manera de producir previamente (el modo de producción fundado en la renta de la tierra, como las haciendas en la época colonial chilena respecto de las actuales corporaciones capitalistas que cotizan en bolsa, por ejemplo). Es bajo el capitalismo que se revela el carácter social y abstracto del trabajo. Sin embargo, debido al propio desenvolvimiento de las formaciones capitalistas, la inmensa mayoría de las y los trabajadores, al cosificarse el producto de su trabajo (ponerse fuera de sí, objetivarse industrialmente), le parece «extraño», alienado (otredad), como si fuera algo que no tiene nada que ver con él. No obstante, el carácter del trabajo es social; esto es, la totalidad de la clase trabajadora participó en la producción del conjunto de bienes y servicios que constituyen la riqueza (valor) realmente existente. Por lo mismo, las mercancías adquieren vida propia, opuesta al trabajo humano que las fabricó. A ello, Marx lo llama «fetichismo de la mercancía», donde el dinero es la cima de este fenómeno. En consecuencia, sólo mediante la superación del régimen capitalista en clave socializadora y emancipadora del género humano, es posible construir las condiciones para el término de la alienación social.)