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Chile. 50 años de la Vicaría de la Solidaridad: Refugio de los perseguidos por la dictadura pinochetista

En el Palacio Arzobispal, antiguas dependencias donde funcionó la Vicaría de la Solidaridad, se realizó la tarde del miércoles 26 de noviembre un encuentro marcado por la memoria, el agradecimiento y el reencuentro. La actividad se enmarca en el inicio de la conmemoración de los 50 años de la creación de esta emblemática institución de la Iglesia chilena.

A la actividad asistieron decenas de extrabajadores y colaboradores de la Vicaría, muchos de los cuales no se veían desde hace años, generando momentos de profunda emoción y reconocimiento mutuo.

Los asistentes comenzaron la jornada recorriendo libremente las antiguas oficinas donde, en los años de dictadura, se recibió, acompañó y orientó a miles de personas que buscaban a sus familiares detenidos desaparecidos. Estos espacios, hoy parte del Palacio Arzobispal, fueron señalados por los organizadores como “lugares donde se encarnó un compromiso concreto con quienes más sufrían”.

La ceremonia central inició en la Capilla del Palacio Arzobispal, antigua oficina de talleres de arpilleras, donde se vivió un momento de oración por parte de la comunidad reunida. Allí, el P. Tomás Scherz recordó la esencia pastoral que dio origen a esta obra: “En este lugar se realizaba una liturgia de acercarse al otro, con el deseo profundo de trabajar mancomunadamente y ser una voz profética en tiempos de dolor”.

El sacerdote invitó a agradecer por los ex trabajadores que ya han partido, subrayando que su vida y su entrega forman parte esencial de la memoria del país. En ese contexto se realizó la lectura de los nombres de quienes colaboraron en la Vicaría y ya fallecieron, un momento especialmente conmovedor para los presentes.

Un poco de historia

Después del 11 de septiembre de 1973, la Junta Militar presidida por el general Augusto Pinochet, comenzó un régimen dictatorial y autoritario que cometió sistemáticas violaciones a los derechos humanos durante los 17 años que se mantuvo en el poder.

En ese marco de represión y muerte, el 1 de enero de 1976, el Arzobispo de Santiago, Raúl Silva Henríquez creó la Vicaría de la Solidaridad (1976-1992), institución ligada a la iglesia Católica, ubicada en el Arzobispado de Santiago, a un costado de la Catedral. Fue dirigida en sus primeros años, por el sacerdote Cristián Precht en su calidad de Vicario y Javier Luis Egaña como su primer secretario.

Durante sus años de existencia, la Vicaría dedicó sus esfuerzos a otorgar asistencia jurídica, económica, técnica y espiritual a las personas perseguidas por el régimen militar y sus familiares, además de defender sus vidas y buscar la libertad de los detenidos.

Para atender de una manera eficiente las distintas demandas de las personas que acudían a ella, la Vicaría organizó su estructura y programas de trabajo a través de cuatro departamentos: jurídico, laboral, campesino y de zonas. Dentro de los programas se destacaron el de las arpilleras, las bolsas de trabajo, los comedores infantiles y los centros de salud, entre otros.

De forma paralela, esta institución se dedicó a recopilar información sobre torturas, muertes y desapariciones de los perseguidos políticos, hechos que denunciaba en sus informes mensuales; las presentaciones sobre violaciones de los derechos humanos que anualmente realizaba el Vicario al Presidente de la Corte Suprema y en sus publicaciones como cartillas, libros y la revista Solidaridad. Todos estos documentos constituyeron parte fundamental de la memoria colectiva del país y le valieron ser reconocida popularmente como la «conciencia de Chile».

La acción de la Vicaría causó un profundo malestar en el gobierno militar y sus organismos de seguridad, lo que implicó que muchos de sus miembros fueran amenazados, perseguidos judicialmente, exiliados, encarcelados e incluso asesinados como fue el caso del jefe del departamento de análisis, José Manuel Parada, en 1985.

El encuentro que recordó los 50 años del natalicio de la Vicaría, concluyó con un acto musical conmemorativo en el Salón Blanco, con la participación de artistas como Victoria Díaz Caro, Tata Barahona y Eduardo Peralta, quienes interpretaron canciones que en su época fueron signo de esperanza.

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