El 24 de julio de 2015, en el contexto de una huelga legítima por condiciones laborales dignas, el obrero Nelson Quichillao López, trabajador de la empresa contratista Gardilcic, fue asesinado por Carabineros durante una brutal represión ordenada por el Estado y ejecutada al servicio de Codelco.
Nelson no era dirigente sindical, era un trabajador más de la primera línea que decidió no callar frente a los abusos del sistema de subcontratación que precariza, divide y margina a miles de trabajadoras y trabajadores en el país. Nelson migró de la sureña ciudad de La Unión hacia el norte grande, buscando un futuro mejor. Su crimen fue levantarse frente a jornadas de trabajo inhumanas y su castigo fue la muerte.
Lo mataron con una subametralladora UZI, en plena faena minera, mientras participaba en una acción de protesta organizada por la Confederación de Trabajadores del Cobre (CTC), en el contexto de la negociación del Acuerdo Marco con Codelco.
Tras una década, no hay justicia para Nelson. El carabinero que disparó, Marco Guerrero Martínez, nunca enfrentó un juicio justo.
La victoria de la impunidad contra los derechos de la clase trabajadora no es casual. El poder judicial chileno ha demostrado una y otra vez que no es neutral, que no imparte justicia en igualdad de condiciones.
Este 25 de julio de 2025, se realizó un acto político-cultural en el memorial ubicado en el camino hacia El Salvador, donde la presidenta de la Confederación de Trabajadoras y Trabajadores del Cobre, Ana Lamas, leyó la siguiente declaración en nombre de todos sus compañeros:
“Compañeras y compañeros, amigas y amigos:
Nos reunimos hoy, en julio de 2025, para conmemorar diez años del brutal asesinato de nuestro compañero Nelson Quichillao López.
Nelson, un trabajador honesto y apreciado, fue baleado y asesinado el 24 de julio de 2015, en el marco de una justa movilización por condiciones de vida más dignas para la clase trabajadora. Él no era un delincuente, ni un agitador, ni un hombre violento; fue víctima de una política estatal represiva contra la clase trabajadora.
Han transcurrido diez años desde su asesinato y, a pesar de haber recurrido a todas las instancias legales nacionales e internacionales como la OIT y la Corte Interamericana de Derechos Humanos, no ha habido justicia. Los culpables de su muerte permanecen impunes, protegidos por los poderes fácticos. Este crimen impune aún nos duele y nos rebela.
La historia de Chile está marcada por la violencia, la represión y el desprecio contra la clase trabajadora. Nelson Quichillao se suma a una lista demasiado larga de mártires y héroes del pueblo asesinados por las fuerzas represivas en Chile por luchar por nuestros derechos y una vida digna. No olvidamos las masacres de la Escuela Santa María de Iquique, San Gregorio, Marusia y La Coruña, ni los cientos de campesinos, pobladores, de estudiantes e incluso niños masacrados en Ranquil, Pampa Irigoin y la Población José María Caro, ni a los trabajadores de El Salvador. Estas masacres no fueron investigadas y los culpables nunca fueron juzgados. La represión policial durante el estallido social de 2019, con sus muertos, heridos y mutilados, es una prueba contundente de que esta política represiva persiste. Es doloroso ver cómo, a más de cincuenta años del golpe civil y militar, la mayoría de los crímenes de lesa humanidad de la dictadura aún permanecen impunes, mientras desde la derecha se instala el negacionismo.
Nosotros no olvidamos.
La Confederación de Trabajadores del Cobre, con 18 años de existencia , ha logrado importantes avances en derechos laborales y sociales , a pesar de haber enfrentado momentos difíciles, como gobiernos de orientación empresarial y una pandemia. La movilización popular en octubre de 2019 demostró la fuerza del pueblo en su demanda por dignidad y justicia social. Aunque la propuesta de una nueva Constitución democrática fue rechazada, la dignidad y la justicia social siguen siendo objetivos por los cuales luchar, y una Constitución para un Estado Democrático de Derechos sigue siendo una necesidad imperiosa.
Hoy, compañeras y compañeros, se alzan nuevas amenazas para la clase trabajadora. En noviembre próximo, el pueblo de Chile tendrá la responsabilidad de definir qué tipo de país necesitamos: uno democrático, centrado en el pueblo, sus necesidades y sus derechos, o uno donde impere el autoritarismo, la represión y la vulneración de los derechos conquistados. Debemos elegir con claridad y no caer en la triste experiencia que vive el pueblo argentino.
Los derechos que tanto nos ha costado conquistar pueden perderse. Nuestro Acuerdo Marco, que hoy beneficia a más de 65 mil trabajadores del cobre y sus familias que conquistamos hace 18 años , es una prueba de que la Negociación Ramal no es una amenaza para la estabilidad del país. Sin embargo, el avance de la extrema derecha a nivel mundial representa un peligro inminente, con la posibilidad de nuevos retrocesos y la pérdida de derechos que tanto sacrificio han costado.
En este momento de grandes conflictos internacionales, donde los pueblos nos vemos amenazados por la violencia criminal de los grandes poderes que rigen el mundo, las guerras de expansión y exterminio, aunque geográficamente lejanas, pueden extender sus efectos económicos y sociales, generando nuevas crisis, pandemias, restricciones y formas de explotación y represión. Ante estas eventualidades, debemos estar preparados para mantener y defender nuestros derechos.
Nuestro compromiso, a diez años del asesinato de nuestro cro. Nelson, es seguir impulsando acciones de memoria, búsqueda de Verdad y Justicia. No vamos a aceptar que su crimen se pierda en el olvido. Reafirmamos nuestra responsabilidad de reivindicar la memoria histórica y demandar toda la verdad y toda la justicia. Su ejemplo y memoria son un impulso vital para continuar luchando por una vida digna, por mejores condiciones laborales y por más derechos. En su memoria, seguiremos impulsando la legítima demanda de recuperar para el Estado de Chile los recursos naturales estratégicos, la renacionalización del cobre, el fin del subcontrato y de toda forma de discriminación, levantando la demanda de igualdad salarial. Necesitamos avanzar en la Negociación Ramal para garantizar el derecho a una buena vida, a la felicidad y a la dignidad.
Compañeras y compañeros, nada de lo que hemos obtenido ha sido regalado; hemos tenido que luchar por nuestros derechos. Es crucial fortalecer nuestra conciencia de clase, nuestra unidad y nuestra organización para no claudicar ante las nuevas amenazas. Como Confederación, asumimos el compromiso de seguir organizando y haciendo conciencia en las y los trabajadores subcontratados.
¡Honor y gloria a nuestro querido e inolvidable compañero Nelson Quichillao López!
¡Honor y gloria a las compañeras y compañeros que cayeron en tantas masacres en la Historia del movimiento obrero!
Con Nelson en la memoria, seguimos luchando por las y los trabajadores, por nuestra dignidad y por nuestra vida.
¡Arriba las y los que luchan y no se rinden jamás! “
Ana Lamas Aguirre, Presidenta de la Federación de Sindicatos El Salvador y Presidenta de la Confederación de Trabajadores del Cobre.