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Paulo Freire y Luis Emilio Recabarren: educar para la organización, lucha, resistencia y emancipación de la clase trabajadora

por Ricardo Camus

Las propuestas educativas de Paulo Freire y Luis Emilio Recabarren comparten un enfoque crítico y emancipador, centrado en la transformación social a través del diálogo, la concientización y la organización colectiva. Freire rechazaba la «educación bancaria» (donde el docente deposita conocimientos pasivos) y proponía un modelo dialógico, donde educadores y trabajadores construyen conocimiento crítico sobre su realidad.

 Para él, la educación debe ser un proceso de concientización que empodere a los oprimidos para transformar estructuras injustas. Por otro lado, Recabarren vinculó la enseñanza con la organización obrera, promoviendo medios de comunicación sindical, escuelas políticas y cooperativas autogestionadas como herramientas para cohesionar luchas y fortalecer la clase trabajadora. Ambos coinciden en que la educación no debe separarse de la acción colectiva, sino servir como base para la movilización y la resistencia ante la explotación capitalista.

 Estrategias prácticas para una pedagogía sindical emancipadora

1. Diálogo como eje de la educación sindical  

Paulo Freire redefinió la educación como un proceso dialógico, donde el intercambio auténtico entre educadores y trabajadores permite analizar colectivamente las causas sistémicas de la precariedad laboral. En lugar de impartir conocimientos de forma vertical, se prioriza el debate sobre problemas concretos (como la violación de derechos o la flexibilización laboral). Por ejemplo, organizando talleres sindicales donde los trabajadores compartan sus experiencias y exploren soluciones mediante preguntas problematizadoras: «¿Por qué existen estas condiciones? ¿Cómo podemos cambiarlas?”. Este método, inspirado en el «círculo de cultura» freiriano, fomenta una reflexión crítica que trasciende lo individual para vincularse con luchas colectivas.  

2. Concientización política desde la experiencia obrera

Freire y Recabarren entendieron la educación como un acto político. Para traducir esto en práctica, se pueden diseñar materiales educativos (volantes, videos o infografías) que expliquen conceptos como la plusvalía o la precarización laboral, usando ejemplos locales y lenguaje accesible. Además, promover debates sindicales sobre casos específicos de explotación (como las cadenas de suministro globales) permite conectar luchas cotidianas con estructuras económicas más amplias. Recabarren, por su parte, utilizó periódicos como “El Socialista” para difundir ideas socialistas y cohesionar a los trabajadores; hoy, radios comunitarias o podcasts sindicales podrían cumplir un rol similar, documentando testimonios y analizando políticas laborales desde una perspectiva crítica.

3. Educación como herramienta de organización obrera  

Recabarren fundó sociedades educativas y sindicatos para fortalecer la clase trabajadora, una estrategia que hoy se traduce en la creación de escuelas sindicales que combinen formación teórica (derechos laborales, historia del movimiento obrero) con talleres prácticos (negociación colectiva, organización de protestas). También es clave descentralizar la acción sindical, creando comités locales en barrios o sectores informales (como trabajadores de plataformas digitales) que articulen demandas con agendas nacionales. Estas estructuras permiten ampliar la base organizativa y resistir represalias patronales, tal como Recabarren lo hizo con las mancomunales de su época.  

4. Integrar educación y acción colectiva  

Para Freire y Recabarren, la educación debe generar movilización. Una estrategia es vincular talleres educativos con campañas concretas, como la defensa de un sindicato amenazado o la exigencia de condiciones dignas en empresas. Por ejemplo, promover autoformación colectiva donde los trabajadores investiguen sus propias condiciones laborales y presenten hallazgos en asambleas o denuncias públicas. Esto no solo empodera a los participantes, sino que visibiliza problemas sistémicos, convirtiendo el conocimiento en arma de resistencia.

5. Desafiar la mercantilización de la educación  

Freire alertaba sobre la conversión de la enseñanza en un producto al servicio del capital. En el ámbito sindical, esto implica criticar políticas educativas que prioricen formaciones técnicas descontextualizadas (como programas de «competencias laborales») y proponer alianzas con universidades populares o redes de educación crítica para desarrollar programas autogestionados. Estas iniciativas deben centrarse en derechos laborales y justicia social, rompiendo con la lógica mercantil que reduce la educación a mero recurso productivo.   

6. Impulso al cooperativismo como alternativa económica  

Recabarren apoyó cooperativas de consumo y producción como forma de autonomía obrera. Hoy, se puede asesorar a trabajadores para crear cooperativas autogestionadas (en transporte, servicios comunitarios, etc.) que generen empleos dignos bajo control colectivo. Vincular estas cooperativas con redes sindicales garantiza acceso a mercados y recursos técnicos, ofreciendo modelos económicos alternativos que cuestionen la propiedad privada y la acumulación capitalista.

7. Lucha por derechos laborales y políticas públicas  

Finalmente, las organizaciones sindicales deben articular movilizaciones callejeras con lobby político para derogar leyes anti-obreras (como la flexibilización laboral) y promover reformas estructurales (salario digno, jubilación universal). Esto requiere alianzas con partidos politicos y movimientos sociales, sin perder autonomía frente a instituciones capitalistas. Al mismo tiempo, capacitar a delegados sindicales en metodologías participativas (talleres problematizadores) asegura que el liderazgo surja desde las bases, evitando decisiones verticalizadas.

Conclusión: Hacia una pedagogía sindical emancipadora  

Aplicar las ideas de Freire y Recabarren en organizaciones sindicales implica transformar la educación en un proceso colectivo y político, donde los trabajadores analicen su realidad y diseñen estrategias de resistencia. Integrar medios de comunicación críticos, cooperativas autogestionadas y estructuras sindicales descentralizadas permite desafiar la hegemonía del capital y avanzar hacia una sociedad más justa. Como señalaba Freire, «leer el mundo para transformarlo”, y como enfatizaba Recabarren, «educar para organizar”, son consignas que siguen vigentes en la lucha por la emancipación obrera.

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