A nuestra redacción llegó una valiosa y breve reflexión sobre la condición de ser sindicalista del dirigente histórico de la Confederación General de Trabajadoras y Trabajadores, Manuel Ahumada, cuya organización agrupa a las y los empleados de la gastronomía, hotelería y turismo, entre otros.
por Manuel Ahumada
Es difícil ser dirigente sindical.
A las tareas propias del cargo – que por cierto trastornan la vida familiar -, se tiene que agregar la pelea contra la apatía de los socios, quienes no dan a la organizacion sindical la importancia que esta se merece y parecen creer que sólo existe para entregarles gift cards.
Pero bueno, nos metimos en esto y hay que asumir.
Sin embargo, cuando se instala la descalificacion y el trabajo fraccional, hay que tomar el sartén por el mango.
Estamos expuestos a los errores, pero estos deben ser analizados en una asamblea, donde se busquen respuestas y se arribe a soluciones.
Lo que no puede pasar es que se critique a escondidas, porque eso promueve la dispersión y limita la gestión del sindicato.
Si los dirigentes lo hacen mal, se les pide la renuncia o se les censura y listo.
El pelambre y la descalificacion sin argumentos, son instrumentos cobardes que solo dividen a los trabajadores y no deben ser permitidos.