A propósito del golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973, hemos querido rescatar un valioso material del historiador Felipe Ascencio, llamado «El movimiento sindical en dictadura: Plan Laboral y Derechos Humanos». Lo que viene corresponde a una selección de los elementos centrales del texto completo, que se refieren a la ofensiva brutal que la dictadura civil y militar lanzó sobre la clase trabajadora organizada, con el propósito de desmantelarla, destruir sus derechos conquistados históricamente, y desaparecer, ejecutar, apresar, torturar y exiliar a muchos de sus dirigentes. Esperamos que este aporte también sea un homenaje a los trabajadores sindicalizados que ofrecieron su vida en la esperanza de un Chile y un mundo mejor y más justo.
El movimiento sindical chileno, como actor social, ha tenido una relevancia en la historia de Chile que se expresa, con mayor énfasis, por su rol en el reconocimiento de los Derechos Humanos. La larga data del movimiento obrero nacional permite que a partir de la historia de sus actores demos cuenta de cómo ha logrado calar en lo más profundo de la historia nacional, al mismo tiempo, la dictadura militar que operó en Chile durante los años 1973 a 1989 alteró la situación de dicho movimiento.
Dentro de las mil y un formas de represión que se dieron en Chile, la dictadura utilizó el Plan Laboral como una forma de legitimar su violación a la libertad sindical, lo que derivó en un debilitamiento del movimiento que podemos observar incluso en nuestros días.
Dentro de los actores sociales que comenzaron a formar parte de la oposición al régimen y se articularon para gestar su caída destaca el movimiento obrero, ya que a diferencia de otros sectores de la sociedad contrarios al régimen, estos vivieron en carne propia la represión, la persecución y al mismo tiempo, la violencia política y económica que se estaba preparando para ellos.
Sin embargo, y a pesar de todas las evidentes dificultades, el movimiento obrero es clave a la hora de la denuncia de las violaciones a los derechos humanos, sobre todo por su conexión con organismos internacionales, pero al mismo tiempo es clave para comprender que este acto de violación a los derechos humanos
es también un fenómeno que se da desde la política y la economía.
En las páginas anteriores dimos cuenta de la historia del movimiento obrero, sus características políticas y sociales, al mismo tiempo lo situamos en un momento histórico como lo fue la dictadura militar, ya que para comprender su rol como actor clave en el reconocimiento de los derechos humanos. La experiencia del movimiento obrero permite ampliar el marco de discusión sobre las huellas de la violencia estatal, ya que este movimiento de cierta forma logra condensar todos los tipos de represión que se produjeron durante la dictadura, pero al mismo tiempo, poseía la fuerza para denunciar estos hechos y
así volverse un actor clave para el retorno a la democracia.
Llama la atención que una de las excusas de los golpistas era salvar a la patria, sin embargo, no tuvieron escrúpulos a la hora de prostituir nuestro país, llegando incluso a vender nuestra economía y atarnos a los capitales extranjeros. Remarcamos este fenómenos político/económico ya que el movimiento obrero es casi parte del patrimonio histórico de la nación, y aquellos que se auto proclamaron defensores de la patria no tuvieron temor ni piedad a la hora de preparar las condiciones para su desaparición, resulta hasta irónico que quienes se denominaron nacionalistas hayan gestado un modelo económico que de patriótico no posee nada.
Es necesario realizar este tipo de reflexiones por distintos motivos académicos, entre ellos podemos destacar que no existen muchas investigaciones en las ciencias sociales que den cuenta de la relación entre la violación a los derechos humanos, la economía y los modelos productivos actuales, ya que a nuestro parecer, la forma en la que este país trabaja no es más que un modelo que institucionaliza, legaliza y vuelve cotidiano la violación a los derechos humanos que el Estado llevó a cabo y propicio desde los año 70.
Enzo Falleto (2007) describe que el Estado neo liberal se configuró a partir de la necesidad de desprenderse de los pesos del desarrollismo, esta excusa le permitió a la junta militar designar a sus economistas la labor de preparar las leyes para que nuestro país se abriera al mundo y quedara en manos de privados.
Hoy en día la economía chilena muestra números de consumo, sin embargo, la producción nacional se ha venido al suelo, al mismo tiempo, las otrora empresas estatales viven hoy una situación de abandono, esto influye en el movimiento obrero, ya que este sacó sus fuerzas tanto de los sectores industriales y las grandes empresas estatales. En nuestros días vemos los resultados (en términos económicos) del proceso de des industrialización que vivió nuestro país a partir de los años 70 – 80. Este fenómeno afectó al movimiento obrero en todas sus dimensiones, dejándolo en las condiciones que lo vemos hoy en día.
Al analizar la sociedad chilena y a sus actores actuales nos daremos cuenta que las huellas de la dictadura están más presentes que nunca. Como sociedad cargamos con el peso y el dolor de la tortura y los detenidos desaparecidos, al mismo tiempo, aún recordamos con dolor fechas como el 11 de septiembre y el día del joven combatiente, es más, incluso podemos llegar a pensar, que a pesar de los intentos del Estado de omitir la lucha de clases, la memoria de la dictadura y su sombra siguen polarizando nuestra sociedad y por ende, reactivando dicho motor de la historia.
Sin embargo, no hay tanta consciencia de que la dictadura nos legó algo más que la pena y el dolor de las desapariciones, ya que durante el tiempo que esta duró se gestaron estructuras sociales que afectan nuestra vida diaria, estos elementos han llegado a infectar las raíces identitarias de nuestro pueblo, entre ellos se encuentra el movimiento sindical, ya que este actor histórico se ha visto debilitado desde la década del 70, agudizada su crisis en los 90 y dejado de lado en los años 2000.