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Chile. El 10 de febrero de 1912 se publica el primer número de El Despertar de los Trabajadores: La comunicación social, vehículo para la educación y formación de la conciencia obrera

En las primeras décadas del siglo XX surgió en el país una gran cantidad de periódicos obreros, como complemento del desarrollo paulatino del movimiento obrero en el país. Por tratarse de publicaciones esporádicas de bajos tirajes, fueron pocas las que alcanzaron permanencia en el tiempo.

«Acaba de salir a luz un nuevo periódico que viene a servir
los intereses de los trabajadores, de los proletarios y en
general a divulgar una doctrina que conduzca a todos
por el mejor camino de fraternidad social de los pueblos»
.

El Despertar de los Trabajadores,
Iquique 10 de febrero de 1912

Durante las tres primeras décadas del siglo XX surgieron en el país una gran cantidad de periódicos obreros, como complemento del desarrollo paulatino del movimiento obrero en el país. Por tratarse de publicaciones esporádicas, quincenales o semanales y de bajos tirajes.

Para las organizaciones obreras y los movimientos sociales de la época, la prensa tenía una enorme importancia constituyendo un medio que trascendía la simple entrega de información; era un vehículo para la educación y formación de la conciencia obrera, a través de la agitación y la propaganda. La prensa constituía el espacio donde se expresaban las distintas ideologías que iban ganando terreno en el universo de los trabajadores. De ese modo, cada organización política obrera contaba con su respectivo órgano de difusión, destacando principalmente, las corrientes del anarquismo, del socialismo y de la democracia popular. 

El primer objetivo de la prensa obrera fue la denuncia de las miserables condiciones de vida de los trabajadores urbanos, como resultado de la explotación de que eran víctimas. También era un objetivo central la educación de los trabajadores, y son muchos los artículos dedicados a combatir el alcoholismo y la prostitución, así como la formación ideológica y doctrinaria de los obreros. De este modo, en estas publicaciones periódicas y ocasionales, iba madurando una perspectiva específicamente popular del fenómeno catalogado por la oligarquía capitalista como «cuestión social».

Los comunicadores sociales de la prensa obrera realizaban su labor por convicción política, siendo una actividad que nos les reportaba ningún ingreso económico. Muchas veces ejercían, al mismo tiempo, como directores, periodistas, tipógrafos y vendedores de sus medios de comunicación, destacando entre ellos Luis Emilio Recabarren y Alejandro Escobar y Carvallo. Este último fue más un periodista que dirigente político, no existiendo casi ningún periódico obrero chileno en que sus columnas o ensayos no estuvieran presentes. El financiamiento de estos periódicos era siempre precario y se basaba en las erogaciones voluntarias que se publicaban en los mismos medios. También se caracterizaron por la escasa presencia de publicidad pagada en sus páginas. Eran repartidos en forma gratuita y solo se pedía un aporte voluntario. Así pues, el periodismo obrero se convirtió desde sus orígenes, en una versión popular de los antecedentes doctrinarios que tuvo el periodismo moderno.

La particularidad del periodismo obrero estuvo signada por el carácter clasista de sus publicaciones y el antagonismo explícito contra aquella misma elite.

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