En 1919 trabajaban más de 1,200 obreros en la Fábrica Nacional de Vidrio: 300 eran niños, 800 varones adultos y 130 mujeres adultas. La huelga estalló por una serie de demandas de diverso calado.
Juan Chacón Corona, sin precisar el año, relata su participación en una huelga en la Fábrica Nacional de Vidrios. Había ingresado a los 14 años, en 1910. Por entonces había cerca de 1.300 operarios, entre ellos unos 300 niños, de 8, 9 o 10 años. En 1916 quedó sin trabajo debido a una baja en la actividad. Partió a las salitreras, pero estuvo de regreso posiblemente en 1918 o 1919. Sin precisar el año, Chacón menciona un conflicto en esa etapa de fuerte efervescencia social:
También nosotros fuimos a la pelea en la fábrica de vidrios “La Nacional”. Los puntos del pliego se discutían en pequeños grupos, la voz corrió por dentro de la industria. Una mañana amanecimos los mil trescientos obreros en huelga, sin fallar uno. Nuestro movimiento conmovió al barrio y después conmovió a Santiago entero. Peleamos en la calle. Desfilábamos todos los días y gritábamos hasta quedar roncos. Pedíamos ayuda a los comerciantes y a los trabajadores de otras industrias. Todas las tardes hacíamos mitines. En discursos ardorosos denunciábamos los abusos, las malas condiciones de trabajo y de vida. Los chiquillos que trabajaban en la fábrica eran los que más bochinche metían. Conmovía el espectáculo de esos obreros-niños, pálidos, vestidos con trajes de los padres, demasiado grandes, arreglados a medias para ellos, tirillentos y muchos a pata pelá [descalzos], desfilando combativamente, pidiendo mejores salarios. Parece que había entonces un poco más de prensa independiente. No faltaban artículos en los que se denunciaban estos crímenes del capitalismo.
La huelga de 1925 tuvo rasgos algo distintos. El conflicto se inició en los primeros días de febrero y, en su primera fase, la prensa no consignó demandas específicas de los niños. Parecía ser uno de los tantos movimientos de protesta en esos años.
La Nación informó que una comisión de obreros se había acercado a la gerencia para solicitar un aumento de jornales. La respuesta fue negativa y ello los llevó a reunirse en un local cercano del Consejo de Manufacturas de la FOCH, para resolver los pasos a seguir. Al día siguiente, la asamblea acordó la huelga, nombrándose un comité para “tramitar todo lo necesario a fin de arreglar la situación del personal”.
Una semana después, el conflicto derivó en algo distinto, lo que fue reportado en detalle por La Nación y Justicia. Este último tituló: “200 niños se rebelan contra la tiránica opresión capitalista y se cruzan de brazos”. Reunidos en gran número, decía el diario, los niños de la recién creada Sección Infantil de Vidrieros de la FOCH declararon la huelga: “En esta hermosa reunión formada por niñitas mujeres, niños hombres y algunas compañeras grandes, era imponente ver una asamblea de esta naturaleza formada por el elemento más débil de nuestra clase”.
La Nación ofreció más detalles de los hechos. En la tarde los “operarios infantiles” de la fábrica organizaron “un gran comicio” en Avenida Matta, distante unas diez cuadras. La razón de la actividad era el rechazo patronal a las peticiones de los obreros, que incluían demandas salariales y denuncias de abusos, en particular “la falta de garantías que tenía el personal infantil, el que, según la comisión, es maltratado por los capataces y jefes de secciones, quienes no tienen miramientos para los niños y niñas que laboran en la fábrica”. Usaron la palabra varios oradores, al parecer todos adultos. Tras finalizar, se dirigieron “en correcta formación” al centro de la ciudad, distante otras diez cuadras. Al pasar frente a La Nación, una comisión se acercó para explicar las razones del movimiento. El grupo hizo hincapié al diario diciendo que la huelga “la sostienen únicamente los niños de la Fábrica, siendo ajena a ella el personal de maestros y demás de mayor edad, pero en atención al papel que desempeñan los huelguistas, no se puede laborar, razón por la cual han hecho presente su situación a la gerencia, para los efectos del caso”.
Su propuesta era un aumento general de un treinta por ciento. Tras retirarse de la imprenta de La Nación, el grupo se dirigió al local de la FOCH.
Al día siguiente, una comisión de niños y adultos se acercó a la Intendencia para conversar con la autoridad provincial. El secretario se entrevistó con ellos y recibió el pliego de peticiones. En la conversación, se comprometió a que el Intendente los citaría a una reunión con el gerente de la fábrica. El diario La Nación dio el nombre detallado de los seis niños participantes, recalcando que todos eran menores de 11 años, y dos tenían apenas 8 años: Celia Marambio, Ernestina Díaz, Guillermo Jara, Juan Rocha, Luis Páez y Humberto Fuentes. Entre los acompañantes se encontraban dirigentes de renombre, como Carlos Alberto Sepúlveda.
Al parecer, el regreso al trabajo relajó el ambiente por unos días, pero la falta de respuesta, cumplido el plazo, nuevamente erizó los ánimos. La Nación informó que una comisión de personal infantil iba a pasar el día 3 de marzo a conversar con el intendente Alberto Mackenna para resolver la situación. Antes ya se habían hecho consultas al respecto, que no habían prosperado, porque la empresa dilataba la respuesta. Los resultados no fueron los esperados y el día 4 el personal infantil volvió a paralizar las labores. Una comisión se entrevistó con el subprefecto de la Policía, para explicarle los acontecimientos. A raíz de ello, la autoridad policial se comprometió a que el encargado del sector se entrevistaría con ellos, posiblemente para evitar incidentes. Tras ese encuentro estaba planificado que la comisión se trasladaría a la Intendencia, para seguir buscando una solución. También se tenía previsto organizar una olla común, con el apoyo de otras organizaciones.
Justicia también siguió los hechos e informó de la paralización del día 4 de marzo, a raíz de que la gerencia todavía no contestaba.65 La acción se prolongó hasta el sábado 7, acordándose el regreso al trabajo en forma transitoria. Según el diario, la empresa había ofrecido un aumento de 10%, cifra que el intendente consideró insuficiente (por el bajo nivel de los salarios), proponiendo duplicar la oferta. Los niños se reunieron en asamblea e insistieron en su petición de 20% de aumento.
El movimiento huelguístico, más allá de sus resultados en materia salarial, generó lazos estrechos entre las industrias del ramo y del barrio. A raíz de una huelga que surgió en La Confianza, los niños de La Nacional ofrecieron su apoyo a “los infantiles” del otro establecimiento. En abril, el Consejo Industrial de la Manufactura de la FOCH citaba a una reunión a todas las secciones infantiles de vidrieros. Se mencionaba en particular a los trabajadores de La Confianza, La Nacional y El Crisol, algunos incluso por sus nombres, además de los miembros del ex comité de huelga que había estado al frente del movimiento.
A fines de mayo de 1925 estalló un nuevo movimiento en la fábrica que afectó a 250 obreros. A consecuencia de él, un horno fue apagado, lo que produjo una “desocupación forzosa”.
En las dos décadas siguientes, los niños obreros de la Fábrica Nacional de Vidrios volvieron a adquirir notoriedad al participar en nuevas huelgas. La más emblemática fue la de 1936, que incluyó una marcha al centro de Santiago, donde se desarrollaba un encuentro internacional. Nuevamente la prensa prestó atención al hecho, en gran medida porque afectó a muchachos y jóvenes obreros, quienes, por su edad, no tenían derecho a afiliarse al sindicato y menos a ser dirigentes.
Viajando rápidamente a la actualidad, según el informe de la Estrategia Nacional contra el Trabajo Infantil de 2015, el tipo de labor que desempeñan depende de muchos factores. Por ejemplo, dada la repartición de roles en una sociedad machista como la chilena, el 26% de los niños, niñas y adolescentes entre 15 y 17 años realizan labores de cuidado, y la mayoría son niñas. Las personas a su cargo pueden ser también menores de edad como ellos, enfermos o ancianos, según los datos que entregó el Ministerio del Trabajo. Así, los estereotipos de género también corren para los varones, ya que son ellos los que en mayor parte se dedican a labores que exigen más esfuerzo o riesgo físico fuera del hogar. Una cuestión que se ha repetido a lo largo de la historia.
*Para la confección de la nota precedente se emplearon informaciones de Jorge Rojas Flores y Antonia Orellana.