por Amparo Mañes
Algunas mujeres estamos indignadas por la educación recibida, que nos invita a ser calladas, complacientes y sumisas ante los varones. Que nos presenta como mentirosas y manipuladoras, pero no a los hombres; que -no obstante- al hacernos pasar por inferiores, los convierte a ellos en los grandes manipuladores y mentirosos de la historia.
Algunas mujeres estamos indignadas porque nadie se toma la molestia de explicar a niñas y niños la razón de que haya tan pocas mujeres en la historia de la humanidad y de la ciencia. Porque nadie explique que, a pesar de todo, hay mujeres que consiguieron superar las inmensas barreras que enfrentaron y hacer aportaciones valiosas, para luego ser rápidamente olvidadas o despreciadas. Porque nadie les describa a niñas y niños la injusta opresión femenina que nada permite sustentar. Porque, algo que debería avergonzar a la otra mitad de la humanidad que nos oprime, les hace rebelarse injustamente contra nuestra justa rebelión.
Algunas mujeres estamos indignadas por el hecho de que se mantengan como valiosas las opiniones de varones célebres que despreciaron a las mujeres sin ningún otro sustento que su misoginia.
Algunas mujeres estamos indignadas por una ciencia que siempre ha encontrado motivos, que no base, para sustentar la inferioridad de la mujer, para justificar la supremacía masculina, para hacer pasar por objetivo lo que no era más que androcentrismo o machismo.
Algunas mujeres estamos indignadas al constatar que nuestras opiniones se devalúan simplemente por tener un timbre más alto de voz. Porque esa voz vale menos que la de un varón que vale menos.
Algunas mujeres estamos indignadas por habernos educado y socializado para agradar, para “arreglarnos” como si naciéramos estropeadas y así encajar en el delirante imaginario masculino cueste lo que cueste.
Algunas mujeres estamos indignadas por las sonrisitas cómplices entre varones cosificando a mujeres, por el intercambio de fotos, videos, etc. que nos presenta como “animales sexuales” al servicio de los varones. Por ser escrutadas y juzgadas por ellos y que emitan su juicio en voz alta sin que nadie se lo haya pedido.
Algunas mujeres estamos indignadas por que la actividad humana más imprescindible, la del cuidado de la vida, se nos asigne a nosotras prácticamente en exclusiva y, por ello, sea devaluada. Y como pago al trabajo gratuito de tantas mujeres, que ello les suponga renunciar a la autonomía económica o a empeorar su dedicación y progresión profesional, disminuyendo sus ingresos y más tarde las pensiones a las que tuvieran derecho.
Algunas mujeres estamos indignadas por nuestro generalizado empobrecimiento, útil al patriarcado porque nos hace especialmente vulnerables a los caprichos de los varones.
Algunas mujeres estamos indignadas por nuestra sistemática cosificación e hipersexualización fomentada en la publicidad, los videojuegos, el cine, la televisión, la música, los medios de comunicación, las redes sociales…
Algunas mujeres estamos indignadas por la explotación reproductiva de mujeres pobres y que se tenga el cinismo de llamarla “altruismo”. Por el hecho de que se considere a las mujeres meros recipientes, denominándonos “útero-portantes”. Indignadas porque algunos varones pretenden erradicar la palabra “madre”. De nuevo a vueltas con la manipulación del lenguaje.
Algunas mujeres estamos indignadas por el maltrato de millones de mujeres en todo el mundo. Por la mutilación genital femenina, por los matrimonios infantiles, por hostigar, castigar o incluso matar a las mujeres que no quieren velarse en no pocos países. Por la negación de derechos humanos básicos a las mujeres.
Algunas mujeres estamos indignadas por el maltrato y la violencia que en nuestro país ejercen demasiados varones: violencia económica, violencia psicológica, violencia emocional, violencia simbólica, violencia física, violencia sexual… especialmente en el ámbito de la pareja o expareja. Que son sufrimiento y muerte.
Algunas mujeres estamos indignadas por la negación de la violencia de los varones hacia las mujeres a pesar de toda la evidencia en contrario, de manera que la realidad sea lo que los varones dicen y no lo que demuestran los datos. Que las falsas denuncias falsan nos hagan pasar por mentirosas cuando son ellos los que mienten.
Algunas mujeres estamos indignadas por la pasividad institucional y la revictimización de las mujeres violentadas y violadas. Por tantas crónicas de muertes anunciadas.
Algunas mujeres estamos indignadas porque somo feministas. Y confiamos en que, las que están tan quietas o paralizadas que no notan sus cadenas, despierten de una vez. Porque nos están sometiendo, negando, humillando, maltratando, violando…y porque nos están asesinando ¡Qué nuestro grito de indignación atraviese todos los muros, recorra todas las calles!
25N, por la dignidad y el respeto a la vida de las mujeres