Sobre el ámbito del empleo (siempre de acuerdo a cifras oficiales), la Radio Universidad de Chile entrevistó a la investigadora de Fundación SOL, Karina Narbona.
La especialista indicó que «todavía las cifras de empleabilidad están por debajo de antes de la pandemia, la cual entonces no eran buenas. De hecho, respecto de los últimos 5 últimos años, todavía faltan 189 mil empleos. Esto quiere decir que la economía no se ha recuperado en relación al empleo», y añadió que «los empleos que se generan en Chile no son estables ni productivos. Por ello, ante cualquier deterioro internacional, simplemente se esfuman».
Narbona, refiriéndose al tipo de empleo en el país, indicó que «en un 80 % son empleos, por ejemplo, formales pero sin garantías institucionales, externalizados, con muy poca seguridad, y empleos informales. Desde alrededor de 2010 (según los registros existentes), creció el empleo subcontratado, de bajas calificaciones, por cuenta propia. Va creciendo la precariedad del mundo del trabajo».
La experta precisó que el fenómeno mencionado ocurre «porque la actividades económicas que dinamizan la economía son de extracción de materias primas, y absorven poco empleo. Y el resto corresponde a trabajo en los sectores de servicios y comercio, donde la volatilidad es mayor. A ello es preciso agregar la poca capacidad de los trabajadores de negociar en condiciones más simétricas sus salarios con el empresariado», y agregó que, «en el caso de las mujeres, el desempleo llega a 9,3 %. También existe un desempleo oculto (desalentado) que es aquel donde las personas están en disposición de trabajar, pero se cansaron de buscar. Asimismo, nos encontramos con el subempleo. Lleva ese nombre, porque se trabajan pocas horas aunque el trabajador quisiera laborar más. La verdad, de acuerdo a parámetros internacionales de medición de la ocupación, hoy en Chile existe un 11 % de desocupación integral. Y en el caso de las mujeres, es de un 13,2 %».
La integrante de Fundación SOL, explicó que «ante este desempleo masivo, el nivel de los salarios son presionados a la baja. No tener un empleo tiene un impacto directo en la sociabilidad de las personas, en el incremento de la violencia doméstica. También hay comunidades que, frente a esta adversidad, crean lazos de solidaridad. Sin embargo, la violencia proveniente de la desocupación laboral es notoria», y sumó que «sin pensar seriamente en las transformación de la matriz productiva del país, en la promoción de las fuerzas organizadas de los trabajadores y su autonomía, es difícil que prospere un cambio».
«En Chile, el 50 % de las personas empleadas gana menos de 580 mil pesos, monto que no permite recuperarse, reproducir un hogar ni llevar una vida plena», terminó Karina Narbona.