El presidente Carlos Ibáñez comenzó su mandato (1952-1958) con aires progresistas. El primer año gobernó con los socialistas populares y asistió incluso a manifestaciones de la flamante Central Única de Trabajadores, nacida en 1953. Ese año, acompañado por su ministro del Trabajo, el socialista Clodomiro Almeyda (futuro ministro de Relaciones Exteriores de Allende), fue invitado a pronunciar un discurso en la primera manifestación de la CUT.
Pero el año siguiente, la Central presidida por Clotario Blest, criticó duramente al Gobierno. Ibáñez replicó con una acusación por injurias y lo encarceló aplicando la Ley de defensa de la Democracia (imposición de EEUU, en el marco de la Guerra Fría), que había prometido no aplicar. La Central contestó con su primer paro nacional de 24 horas, el 14 de mayo, en defensa de Blest. Será seguido por otros en 1955 y 1956.
En 1957 el estancamiento económico era evidente y se desató la inflación. El Gobierno aplicó las restricciones aconsejadas por la misión Klein-Sacks (delegación fundacional del programa neoliberal que se impondría en la dictadura pinochetista) de liberar ciertos precios, entre ellos el transporte público: los dueños de los microbuses subieron de $7 a $10 y los autobuses de $10 a $15.
En Valparaíso se constituyó el Comando Contra las Alzas compuesto por la CUT, el Frente de Acción Popular (socialistas, comunistas y otros), la Falange y el Partido Radical, que inició el 27 de marzo reuniones “relámpago” y marchas masivas. En Santiago, los estudiantes manifiestan también ese día y el siguiente. El 29 se sumó el FRAP y la CUT.
El lunes 1° de abril, el centro de Santiago amaneció copado por militares. Ese día la FECH había convocado una asamblea en su local frente a la Biblioteca Nacional. A la salida, un grupo de estudiantes pasó frente a una patrulla voceando consignas. Los militares abrieron fuego sobre los jóvenes, dejando a un estudiante gravemente herido y quitándole la vida a la estudiante de enfermería y militante comunista Alicia Ramírez.
La muerte de Alicia suscitó una profunda emoción. El martes 2 de abril, estudiantes indignados se congregaron frente a la FECH y se fueron sumando trabajadores, pobladores y ciudadanos, miles de personas enfurecidas por el asesinato. Carabineros apareció y las manifestaciones se desplazaron hacia el centro. A partir de las 14h los manifestantes coparon el centro de Santiago. Se alzaron barricadas y paralizó el transporte; hubo saqueos a tiendas, autobuses volcados. Carabineros disparó y hubo muertos. Hacia las 20h intervinieron los militares, se declaró estado de sitio y toque de queda.
Algunas autoridades gubernamentales dejaron salir de las cárceles a los delincuentes que se sientieron autorizados a saquear negocios.
El gobierno decretó el estado de sitio y movilizó al Ejército al mando del general Horacio Gamboa. Por la noche el general dio lectura, por radio, a un “parte de guerra” para informar que después de la “batalla de Santiago” la situación estaba controlada: el “enemigo” tuvo 18 muertos y 500 heridos.
La imprenta Horizontes, del PC, fue saqueada por Investigaciones y los días siguiente varios dirigentes sindicales fueron deportados. Poco después, dos máquinas de escribir de la imprenta fueron halladas en casa del subcomisario de Investigaciones Carlos Estibill.
La indignación popular tuvo consecuencias: aceleró la reunificación del Partido Socialista en junio 1957 y la designación de Salvador Allende como candidato presidencial por el Frente de Acción Popular, y ese año, antes de las elecciones, la alianza parlamentaria Bloque de Saneamiento Democrático, que reunía a radicales, socialistas, democratacristianos y comunistas, aún ilegalizados, y algunos ibañistas, consiguieron la derogación de la Ley de Defensa de la Democracia que había colocado a los comunistas fuera de la ley en 1948, y se aprobó la cedula única que disminuyó el fraude electoral.
Por su parte, el general Horacio Gamboa, será juez militar de unos 200 oficiales involucrados en el grupo neonazi Línea Recta. Magnánimo, los absuelve a prácticamente a todos, entre ellos a Viaux. Y en 1970, ya en retiro, estará implicado en un intento de golpe de Estado con Viaux y Marshall, antesala del 11 de septiembre de 1973.