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Chile. Centro de estudios CENDA denuncia que 2/3 de la deuda pública del Estado se usa para financiar las pensiones que no han pagado jamás las AFP

El Centro de Estudios Nacionales de Desarrollo Alternativo, CENDA, presentó sus Índices Mensuales de Actividad Económica Interna, IMACEI, correspondientes a agosto de 2024, actualizados con las contribuciones previsionales de junio de 2024, recién publicadas por la Superintendencia de Pensiones (SP). Estas constituyen un censo de las nóminas de pago de todas las empresas y personas empleadoras del país.

Las nóminas comprueban que el promedio móvil de 12 meses de contribuciones previsionales al día, es decir por remuneraciones devengadas el mes precedente que constituyen cerca del 90 por ciento del total, cayó en 9.2 mil ocupaciones en junio de 2024 respecto de la misma medida en el mes anterior. Se completan así 17 caídas mensuales consecutivas de este indicador, el que acumula más de 91 mil ocupaciones perdidas en los últimos 12 meses y más de 136 mil desde enero de 2023, mes en que se iniciaron las caídas.

De acuerdo al informe de CENDA, la recesión económica, agravada en mayo de 2024, es la más prolongada de las últimas décadas, puesto que hasta el momento dura más que las iniciadas en agosto de 1998, agosto de 2002, marzo de 2009 y marzo de 2020. La diferencia es que mientras las anteriores se originaron en las crisis “asiática”, “punto com”, “subprime” y “COVID”, respectivamente, esta se origina exclusivamente en las políticas exageradamente
contractivas de la autoridad monetaria y fiscal, chilenas.

IMACEI-CENDA constató también importantes pérdidas en los valores de la cuota y fondo AFP publicados diariamente por la SP. Durante la presente década, las pérdidas de cuota y fondo, originadas en la fuerte depreciación del peso respecto del dólar y de éste respecto del oro —mil dólares compran apenas 0,4 onzas del metal, su mínimo histórico—, sumadas a caídas de activos financieros nacionales e internacionales, han contraído el valor real de la cuota, del fondo y sus ganancias brutas al nivel que tenían una década y media atrás.

Si el valor actual de la cuota del fondo AFP se mide en dólares corregidos por inflación, ha retrocedido al nivel que tenía en la víspera de la crisis subprime, en julio de 2007. Si se mide en oro, su valor ha retrocedido al que tenía a inicios de los años 1990.

Las ganancias brutas acumuladas por el fondo AFP desde su creación y hasta junio de 2024, se han contraído hasta oscilar alrededor de cien mil millones de dólares. Ello significa una pérdida que ha alcanzado los 80 mil millones de dólares. Esa pérdida representa cerca de un 40 por ciento de su valor máximo alcanzado en enero de 2021 y su orden de magnitud es el doble de los retiros.

De este modo, las ganancias brutas del fondo, que ya descuentan suculentas “comisiones fantasmas” pagadas a gestores bursátiles, apenas cubren las comisiones y primas netas cobradas por el sistema AFP por su gestión, reduciendo la ganancia neta del fondo AFP a una cifra cercana y en ocasiones menor que cero.

El fondo AFP ha arrojado pérdidas netas en varias ocasiones, incluida toda la década de 1980, unos meses durante la crisis asiática de fines de los años 1990, los cuatro primeros años del presente siglo durante la crisis “puntocom”, unos meses durante las crisis “subprime” y “COVID”, y nuevamente en octubre de 2022 y 2023, recién pasados.

En junio de 2024 las ganancias netas se habían reducido al equivalente de un tres por ciento del fondo de pensiones, que a la fecha alcanzaba a 181 mil millones de dólares.

Calculada en esa moneda, la tasa interna de retorno, TIR, de los aportes netos de afiliados y fisco al sistema AFP desde su creación alcanzaba en ese momento a un 0,19 por ciento anual. Calculada en UF, la TIR subió a 1,72 por ciento y si se agregan al cálculo las reservas técnicas de las pensiones vitalicias adeudadas por compañías de seguros, la TIR sube alrededor de un punto porcentual.

IMACEI-CENDA observó que la sostenida alza de salarios reales compensó la sucesiva caída en el empleo experimentada desde enero de 2023, resultando en un incremento de la masa salarial imponible y la recaudación de contribuciones previsionales en ese período. Estas descuentan cerca de un 13 por ciento de los salarios imponibles y acumulan cerca de 289 mil millones de dólares desde 1981 hasta junio de 2024, incluyendo 13,3 mil millones en los últimos 12 meses, que equivalen a cerca de un quinto (19,4%) de la recaudación tributaria total del fisco y a un 4,4 por ciento del PIB, en ese período.

Si se destinan directamente a pagar pensiones sobre la marcha, como hacen todos los países, las contribuciones previsionales actuales permitirían financiar más de dos veces el costo total de las pensiones pagadas por el sistema AFP en su conjunto, sin subsidio fiscal alguno ni subir su tasa actual. Sin embargo, el 84 por ciento de las mismas es desviado, a pagar comisiones y primas cobradas por sus gestores, y al ahorro forzoso en el mercado de capitales.

La gigantesca, regresiva y “atípica transferencia forzosa al sector privado”, como la califica el reciente informe tributario de la OCDE, se ha destinado principalmente a financiar negocios de grandes empresarios nacionales y extranjeros. Especialmente los de cuatro reconocidos grupos nacionales que controlan el sistema AFP a partir de las compañías de seguros relacionadas con el negocio. Estas compañías han recuperado niveles récord de transferencias netas a su favor, al recuperarse del derrumbe en el número de nuevas pensiones vitalicias que experimentaron en los años precedentes.

Tras pagar las onerosas comisiones de administración cobradas por las AFP y traspasar a compañías de seguros las primas de invalidez y sobrevivencia, la mayor parte de las contribuciones previsionales son registradas en el fondo AFP, desde donde una parte significativa se traspasa a su vez y de inmediato a las compañías de seguros como “primas únicas” y comisiones de nuevas rentas vitalicias. De este modo, cerca de la mitad de la recaudación total es traspasada de inmediato y en propiedad plena a las compañías de seguros relacionadas con el negocio. La mitad de estas primas son pagadas a las aseguradoras que pertenecen a los cuatro grupos referidos. Dos aseguradoras extranjeras reciben asimismo parte significativa de estas transferencias.

Con menos de la mitad del enorme flujo de primas brutas que reciben cada mes, que en los últimos alcanza un nivel récord por la recuperación en el número nuevas rentas vitalicias, las compañías de seguros pagan las que corresponden a ese mes de estas y todas las contratadas con anterioridad.

Parte del saldo de primas brutas del mes es registrado en sus balances como activos denominados “reservas técnicas” de las pensiones que adeudan hacia el futuro. Junto con el fondo AFP, ambas constituyen el aporte de salarios y subsidios fiscales al mercado de capitales. Según el Banco Central, financian la mayor parte del crédito de las empresas que operan en el país y parte significativa del que prestan los bancos, así como del patrimonio bursátil de las que se transan en la bolsa chilena.

Otras empresas pertenecientes a los dueños de estas compañías de seguros, figuran entre las mayores receptoras de inversiones de las “reservas técnicas” de las mismas, y también de las inversiones del fondo AFP en el país.

Sólo menos de un sexto de las contribuciones previsionales recaudadas fue destinado a financiar el modesto aporte del sistema AFP a las pensiones de personas afiliadas. Dos tercios de estas fueron financiadas por subsidios monetarios directos, bonos de reconocimiento y PGU. Estos nuevamente crecieron significativamente, cerca de 12 por ciento, hasta alcanzar más de 4 mil millones de dólares en los últimos 12 meses, cubriendo el 65 por ciento del costo total de las pensiones AFP en ese período.

El total acumulado de subsidios directos a las pensiones AFP desde la creación del sistema en 1981 se elevó así a casi 73 mil millones de dólares en moneda de hoy, los que el fisco financió contrayendo una deuda de monto similar con el fondo AFP y las reservas técnicas de las compañías de seguros, la que según el Banco Central representa alrededor de dos tercios de la deuda fiscal total.

Es decir, el fisco chileno incurre en la irracionalidad de endeudarse para financiar pensiones pagadas por el sistema AFP, mismo al cual desvía el 84 por ciento de las cotizaciones obligatorias recaudadas.

Sumados estos subsidios al gasto fiscal en pensiones públicas, el gasto previsional del Estado absorbe más de un quinto del gasto fiscal total y cubre cerca del 88 por ciento del gasto nacional en pensiones.

De este modo, en los últimos 12 meses a junio de 2024, los afiliados y el fisco aportaron al sistema AFP cerca de 11,2 mil millones de dólares de excedente corriente neto, calculado como la suma de contribuciones y subsidios menos pensiones pagadas por éste.

Así ha venido sucediendo cada mes y cada año desde la creación de este sistema en 1981.

A junio de 2024 el monto de dicho excedente corriente neto aportado por los afiliados y el fisco al sistema AFP acumula cerca de 240 mil millones de dólares, cifra que está en el mismo orden de magnitud del PIB del año recién pasado. Ese excedente cubre con creces el valor total del fondo AFP y casi todos los demás beneficios netos retirados por los afiliados, incluidos los retiros autorizados por el Parlamento en 2020 y 2021, únicos años en que el sistema AFP restituyó a las personas afiliadas más dinero del que ellas y el fisco aportaron al sistema.

El gigantesco excedente es, asimismo, la medida precisa del déficit fiscal que ha representado el desvío del grueso de las contribuciones a la seguridad social al ahorro forzoso en el mercado de capitales, agravado por la gestión privada del mismo.

El CENDA informó que, sin este desvío, el excedente acumulado sería excedente fiscal, habiendo recaudado el fisco las mismas contribuciones y pagado las mismas pensiones.

La propuesta del Cenda, para acabar con este gigantesco abuso impuesto en dictadura y agravado en democracia, «ha llegado el momento de entregar al pueblo trabajador y la ciudadanía la libre elección de qué hacer con sus contribuciones a la seguridad social, autorizando a todas las personas afiliadas al sistema AFP a cambiarse voluntariamente al Instituto de Previsión Social, IPS, trasladando sus contribuciones previsionales pasadas y futuras, y a retirar el saldo remanente de sus ahorros previsionales».

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