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Chile. Casi un millón y medio de trabajadores profesionales están subempleados: ¿Y para qué sirven los títulos de la educación superior?

La nueva versión del Informe Mensual de Calidad del Empleo (IMCE) marzo- mayo 2024 elaborado por la Fundación SOL, reveló que el Subempleo Profesional alcanza a 1.130.912 personas, que equivalen al 31,1% de las personas ocupadas con educación superior finalizada. Manteniéndose estable los últimos cuatro años y aumentando 4,3 p.p. desde que se tiene la medición en enero-marzo 2010.

El subempleo corresponde al tipo de trabajo de menos de 30 horas semanales que la y el trabajador debe tomar involuntariamente, o sea, aunque precise un empleo de horario completo.

La investigación señala que el 82,5% del empleo recuperado desde el peor momento de la pandemia es empleo informal o endeble, que no permite proyectar una recuperaciónn sólida del empleo y una mejora en los indicadores de calidad que afectan estructuralmente al mundo del trabajo en Chile. Persisten los problemas estructurales de calidad del empleo. Solo el 29,1% de las personas ocupadas tienen un empleo protegido, siendo relevantes tanto la informalidad (28,2%), como la inserción endeble (42,7%).

El 59,9% de las personas ocupadas se emplean como asalariadas del sector privado, siendo ésta la categoría más masiva de empleo a nivel nacional con casi 5,6 millones de personas. El 20,7% se auto-emplea como trabajador o trabajadora por cuenta propia, lo que equivale a más de 1,9 millones de personas. La categoría de asalariado/a del sector público representa un 13,4% de las personas ocupadas, con más de 1,2 millones de personas a nivel nacional.

Asimismo, otra forma de entender el subempleo, como es el subempleo profesional, puede complementar el análisis de la subutilización de la fuerza de trabajo más en general. El subempleo profesional busca medir la proporción de personas con educación superior finalizada que no se desempeñan como profesionales en el mundo del trabajo.

Esto supone que se trata de un empleo que subutiliza una fuerza de trabajo calificada que podría no sólo aumentar productividad general en caso de ser ocupada en labores calificadas, sino que supone una mejora en múltiples dimensiones laborales y vitales de la persona subempleada.

Desde el lado de la demanda de trabajo se asocia a una mala calidad del empleo y desde la oferta de trabajo a una precarización de las competencias laborales. A nivel agregado es una inadecuación de las capacidades y una subutilización de recursos y saberes, así como un regalo de productividad para el empleador de utilizar una fuerza de trabajo sobrecalificada para sus labores, sobre todo en el sector comercio y servicios en general.

En el trimestre actual (marzo-mayo 2024) existen 3,6 millones de personas con educación superior completa trabajando remuneradamente que equivalen al 38,9% de la población ocupada. Sin embargo, no todo trabajador/a con algún título técnico o profesional se desempeña como profesional o técnico, alcanzando la cifra para el último trimestre de 1.130.912 subempleados profesionales, aumentando el último año en 108 mil personas.

Estudio completo

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