El terror, vandalismo y destrucción que vivió Punta Arenas la madrugada del 27 de julio de 1920 no ha sido suficientemente aclarado. Ni siquiera se ha podido establecer el número exacto de muertos que dejó la ferocidad de los guardias blancos que atacaron y quemaron el local de la Federación Obrera de Magallanes, asesinando, torturando y vejando a trabajadores y familiares que se encontraban afiliados a la organización obrera. Y nunca se pudo establecer con precisión la verdad, por cuanto, como tantas veces sucede, se contó con la complicidad de jueces y policías que alargaron indefinidamente un proceso, para, finalmente, no castigar a quienes promovieron la masacre.
Chile vivía momentos muy difìciles, al igual que el mundo que salía de la Primera Guerra Mundial y ya conocía la experiencia de la Revolución Rusa. Sanfuentes gobernaba un convulsionado Chile que enfrentaba elecciones en las que Arturo Alessandri Palma, parecía representar las ansias de justicia popular. Por otra parte, nacían la Federación de Estudiantes de Chile y el Partido Obrero Socialista, que conjugaban una unidad obrera – estudiantil que no sólo luchaba por conquistas reivindicativas. La victoria de Alessandri, sin alcanzar mayoría absoluta, dio pábulo a ruidos de sables, ante los cual el Ministro de Defensa de la época creó toda una faramalla movilizando tropas hacia el norte del país, lo que la historia conoce como «La Guerra de Don Ladislao». Trabajadores y estudiantes exigieron respuestas precisas y estas comenzaron a llegar… el 20 de julio asaltaron el local de la FECH en Santiago y se acusó a los dirigentes estudiantiles de traidores a la patria y vendidos al oro peruano. El 29 de septiembre fue asesinado también el estudiante Domingo Gómez Rojas. Así el escenario estaba preparado y el gobierno de Sanfuentes todavía llevaría a la tumba a sus últimas víctimas.
La Federación Obrera de Magallanes había sido fundada el 14 de junio de 1920, justo cuando Luis Emilio Recabarren creaba el Partido Obrero Socialista, organización que dio inicio a las actividades de la agrupación de socialistas de Magallanes. La Federación dio sus primeros pasos como Unión Obrera en 1898, llegando incluso a publicar el periódico «El Obrero». No obstante, fueron los gremios de carneadores y trabajadores del campo y frigoríficos quienes dan el auge definitivo a la Federación, la que, desde su comienzo, desagradó a las grandes sociedades ganaderas y empresariales.
La FOM aglutinó a metalúrgicos, choferes, carreros, carreros, esquiladores, gráficos, carpinteros, cocineros, gente de Mar y de Playa, empleados de servicios menores y trabajadores independientes. Mantuvo además la Imprenta «EL Trabajo», donde se imprimía el periódico del mismo nombre (que pertenecía a la Federación) y editaba trabajos de distintos sindicatos. Su desarrollo le permitió adquirir un bien raíz a nombre de Juan Concha, ubicado en calle Errázuriz entre Armando Sanhueza y Avenida España, donde funcionaba el cine -teatro «Regeneración». Constaba de biblioteca, oficina de reclamos y una serie de dependencias. Se logró, incluso, adquirir un automóvil para el traslado de los dirigentes, existiendo estrechas relaciones con la Sociedad Obrera de Río Gallegos. Se incentivaba la cultura y la lucha tenía objetivos mucho más allá de los reivindicativo. Las huelgas de 1913, 1915, 1916 y 1918 marcaron la combatividad de la Federación. Sobre todo la última, donde se pudo apreciar una confrontación irreconciliable entre la plutocracia y las fuerzas progresistas. Se buscaban soluciones pacíficas para los conflictos laborales… pero no siempre se alcanzaban. Mientras fue gobernador el coronel Luis Contreras Sotomayor se estableció la Cámara de Trabajo, especie de Junta de Conciliación donde se discutían los convenios. Durante este lapso, la Organización fue respetada y el coronel Contreras incluso asistía a los actos de los trabajadores en el teatro «Regeneración» o a los mitines de la Plaza Muñoz Gamero.
Pero en diciembre de 1918 se creó una organización patriótica, destinada a oponerse y a reprimir la acción de los obreros y la Federación. Agrupó a profesionales. militares, funcionarios de gobierno, empleados de las grandes firmas ganaderas y comerciales. Su vocero principal fue el diario «El Comercio», teniendo como sede el Club Social de Magallanes. En 1919 se produjeron los acontecimientos del frigorífico de Natales, que significaron varios muertos, lo que llevó a la Liga Patriótica y su Guardia Blanca a prepararse para otro enfrentamiento, anticipándose a los hechos y a la movilización obrera. El pretexto que se usó como detonante no se hizo esperar. La Liga Patriótica realizó un mitín en la Plaza Muñoz Gamero, donde se respaldó el gobierno de Sanfuentes y se avivaron encendidas proclamas patrióticas antiperuanas y antiobreras.
A la Federación Obrera se le envió una tardía invitación el mismo día, sábado 24 de julio, por lo que los dirigentes no lograron adoptar una decisión de participación. Mientras tanto los trabajadores con sus familias asistieron, como era de costumbre, a la matiné del Teatro «Regeneración». Al terminar el mitín, algunos manifestantes desfilaron por calle Errázuriz, iniciando una grave provocación al pasar frente al edificio de la organización obrera. El secretario de la FOM, Jorge Olea, para evitar cualquier problema, ordenó cerrar las puertas. De acuerdo a versiones de testigos oculares entre los manifestantes había varios oficiales del Batallón Magallanes. La marcha se dirigió entonces a la imprenta del diario «El Magallanes», donde increparon al director y a los redactores. Uno de los manifestantes golpeó la placa de bronce del periódico con la cacha de su revólver.
Dadas las circunstancias y para evitar cualquier atentado, la FOM decidió la noche del domingo 25 de julio establecer una guardia en el local. Pero esa noche y el día siguiente hubo calma, por lo que se redujo la guardia. A las 3 de la madrugada del 27 de julio comenzó el drama. Sorpresivamente un piquete de soldados inició el asalto al local, disparando desde diversas posiciones, mientras a golpes de combo se intentaba derribar la puerta del teatro «Regeneración». Por los pasillos laterales y sitios colindantes otros grupos se incorporaron al asalto, tratando de ingresar por las puertas laterales. La reducida guardia entabló una lucha cuerpo a cuerpo. Algunos lograron huir por el fondo del local. Otros fueron sacados a golpes. Las fuerzas quemaron el edificio y dentro, aturdidos, quedaron más trabajadores. A todo esto, el fuego y las explosiones, motivaron la llegada de bomberos, pero la guardia blanca no les permitió actuar.
Félix Herrera, bombero auxiliar de la Segunda Compañía de Bomberos, recordaría más tarde que «como a las 3 y media de la mañana acudimos con el gallo al edificio de la Federación. Habíamos comenzado a extender las mangueras yo y los bomberos Dadas y Olivares cuando el teniente Jeremías Campos, revólver en mano, nos prohibió que siguiéramos con la tarea. A mí me estrelló contra el gallo, diciéndome que si desobedecía me pegaría un tiro. A Dadas y Olivares los amenazó de igual forma el Subprefecto de Policía, Ignacio Guzmán, rompiéndole la Cabeza a Olivares con un arma. Después que los agresores se retiraron volvimos a extender las mangueras, pero cuando quisimos trabajar vimos que no había agua, que solo llegó un cuarto de hora más tarde… cuando el incendio ya había hecho su obra».
A todo esto, en la refriega fallecía el guardián tercero Octavio Mardones. Los obreros, algunos de los cuales portaban revólveres, se defendían como podían. De pronto una violenta explosión sacudió Punta Arenas y el edificio se derrumbó. Testimonios entregados por Manuel Chaparro Rumiot a Belisario Videla, destacados ciudadanos, expresan que «a la misma hora de lo ocurrido el incendio de la Federación era asaltada la imprenta del diario «El Socialista».
Una turba integrada por aproximadamente 50 personas, armada de rifles y carabina Mauser, destruyó la casa del obrero Román Cifuentes, quien después de ser inhumanamente golpeado fue sacado desnudo de su casa y llevado en ese estado a la avenida Libertad (España). Allí se le abandonó, diciéndole que fuera a pedir amparo y ropa con qué vestirse a Arturo Alessandri. La esposa de Cifuentes, de nacionalidad uruguaya, fue golpeada igual que su marido. La mujer estaba embarazada y abortó, como consecuencia de los golpes, lesiones e impresión recibida».
También asaltaron la imprenta del periódico «El Socialista», siendo apresado su director. Pero la represión sólo comenzaba. Casa por casa se detenía a los dirigentes de la Federación. Se allanaron inmuebles, apresándose 29 trabajadores, que fueron trasladados a la Cruz Roja o a la cárcel, falleciendo cuando era trasladado a la Cruz Roja. Un joven español, empleado del Hotel Cosmos, murió carbonizado. Durante seis días se evitó la circulación del diario «El Magallanes». El establecimiento del toque de queda y del Estado de Sitio hizo más dura la represión. Las fuerzas de seguridad se tomaron la Mina Loreto. El dirigente Ulises Gallardo fue fondeado en el estrecho, salvándose milagrosamente. Los muertos eran sepultados de noche, después de las 20 horas, como ocurrió con el ciudadano español Juan Henríquez. Nunca se conocerá la cifra exacta de muerto durante esos días. La brutal represión alcanzó incluso a la gente más respetada.
Don Luis Alberto Barrera, quien posteriormente sería director del Liceo de Hombres, recordaría tiempo después: «Como me expresara en diversas ocasiones censurando el incendio de la Federación Obrera, encontrándome un día en el Club Magallanes el Comandante del Batallón, Barceló Lira, y el Prefecto Parada, dijeron que se habían visto obligados a castigar en esa forma a los federados en vista de la actitud de estos, y que correrían la misma suerte los que censuraban por ello a las autoridades. Se me denunció a Santiago como antipatriota y que inspiraba sentimientos antipatriotas entre los alumno del Liceo y, aunque el rector desmintió esas inculpaciones, fui llamado a la capital para hablar con el ministro don Lorenzo Montt, a quien dejé convencido de la injusticia de los ataques que me hacían. Esta versión prácticamente fue ratificada por el secretario del Banco Chile – Argentina, Carlos Carabentes, quien dijo: «pocos días después de los sucesos estaba yo en el Club de Magallanes junto con don Luis Alberto Barrera. También estaba allí el comandante Barceló Lira y el Prefecto Parada. El primero expresó en voz alta que al club iban muchos rotos, tal vez refiriéndose a los que desaprobaban los sucesos relativos al incendio de la Federación, agregando que quienes andaban criticando a las autoridades por esos sucesos podrían sufrir lo mismo que le había ocurrido a los de la Federación. Además, Parada añadió: si los millonarios no andan muy derecho se obraría con ellos en la misma forma. A los pocos días, la noche del 11 de agosto, estaba en la cantina del Club Magallanes cuando Parada me increpó diciéndome que yo andaba criticando lo que se había hecho en el local de la Federación y como se estaba procediendo con los obreros, manifestando que si no salía del territorio me harían apalear».
El 10 de agosto, cuando el gobernador Bulnes Calvo se dio cuenta de la gravedad de los acontecimientos, se marchó al norte del país, para no regresar nunca más a Punta Arenas. El rumor responsabilizaba directamente al teniente coronel Aníbal Parada ( de la Prefectura de Policía), Carlos Torres Droguett (subinspector), Ricardo Canales (de la sección de seguridad), al teniente Eduardo Cristi (del batallón Magallanes) y a una serie de otros conocidos uniformados y vecinos de Magallanes.
En su primera instancia el proceso no llegó a nada. De acuerdo a antecedentes recogidos en la Corte de Apelaciones de Valparaíso, el juez Carlos Orrego Forrest y su secretario Genero Canales se dieron miles de vueltas sin encontrar ¡un solo responsable! El caso lo cerró el Procurador Fiscal, abogado Nibaldo Sanhueza, el 15 de septiembre de 1921. Todos estos connotados ciudadanos eran socios del Club Magallanes. Casi un año después del drama, el 27 de marzo de 1921, los trabajadores se reagruparon y en un comicio público efectuado en la Plaza Muñoz Gamero solicitaron, través de un documento, al diputado Nolasco Cárdenas, su intervención para solicitar al ministro Armando Jaramillo y al presidente Alessandri la reapertura del proceso.
Finalmente don Marcos Quirell, de la Corte de Valparaíso, fue nominado como Ministro en Visita. Se reabrió la investigación. Declaró gran cantidad de personas y las cosas poco a poco se fueron aclarando. Pese a ello, no se logró el restablecimiento de los bienes de la Federación volviera a tener la fuerza de sus comienzos resultaron estériles: ¡La Liga Patriótica había conseguido su objetivo, destruyendo la organización obrera de Magallanes! Cuando los trabajadores visiten el cementerio local no deben olvidar rendir un homenaje a los caídos en estos luctuosos acontecimientos. En la tumba de la FOM están Juan Henríquez, Antonio Rodríguez, Maurilio Moreno, Sabino Villegas, Vicente Penna, Ismael Alonso y otros, a los cuales nunca fue posible identificar.
*Para el texto se utilizó el material de los historiadores René Cárdenas y Carlos Vega Delgado