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Chile. Dueños de industria forestal dicen estar en crisis, pero se han hecho multimillonarios con subsidios y ‘regalos’ del Estado, explotación obrera y destrucción de naturaleza

A través de una misiva publicada en la cadena mediática monopólica El Mercurio, el presidente de Empresas CMPC, Luis Felipe Gazitúa, dijo estar por el futuro económico del negocio forestal en Chile. Su tono era de exigir mayor apoyo del Estado ante una supuesta crisis que vive la industria forestal, resaltó el portal informativo independiente Resumen.cl

Inmediatamente, el presidente de la patronal Corporación Chilena de la Madera, CORMA, Juan José Ugarte, de manera coordinada, transmitió a los medios masivos de comunicación del gran empresariado que «La industria forestal en Chile se declara en crisis»

Sin embargo, en la última década, la CMPC ha roto varios récord de ganancias. En 2018, la empresa triplicó sus ganancias respecto a años anteriores. Y en 2022 facturó las mayores utilidades en su historia. Según el Diario Financiero, el holding del grupo Matte registró ganancias por US$ 1.005 millones de dólares aquel año.

 

 

En 2022, Forestal Arauco, propiedad del grupo Angelini (el otro gigante forestal en Chile) inauguró MAPA, una de las plantas de celulosa más grandes del mundo en la Provincia de Arauco. Hoy, el grupo Angelini está realizando gestiones para levantar otra planta de celulosa todavía más grande, esta vez en el sur de Brasil, la cual contaminaría el río Sucuriú.

 

hectáreas Forestal Arauco robo madera

En las últimas décadas, de la mano de sus certificaciones internacionales (FSC), Empresas Arauco y CMPC se han expandido a Argentina, Uruguay, Brasil, Paraguay, Estados Unidos; y han abierto oficinas comerciales en Europa y todo el mundo. ¿De qué crisis hablan los grandes empresarios?

Según el presidente de las firmas de la CMPC, falta acción del Estado a favor de la industria forestal. Pero hace medio siglo recibieron subvenciones para plantar sus pinos y eucaliptos con recursos de todos los chilenos/as por medio del Decreto Ley 701 que bonificó sus plantaciones.

La dictadura les vendió a «precio de liquidación» miles de hectáreas e industrias de celulosa que hoy son su gran negocio. El yerno de Pinochet, Julio Ponce Lerou, de profesión ingeniero forestal, les abrió todas las puertas posibles. Y los gobiernos civiles posteriores han tenido una actitud similar.

El presidente de CMPC expresó en su carta una supuesta preocupación por los pequeños y medianos propietarios forestales, y los trabajadores del rubro. Sin embargo, en todo este periodo de expansión forestal tras las privatizaciones en dictadura, los distintos sectores de la industria se han caracterizado por una fuerte precarización, tercerización, alta accidentabilidad laboral, bajos salarios y frecuentes abusos laborales.

Como si fuera poco, en 1973 la CMPC participó en el asesinato de 19 obreros forestales y campesinos en Laja y San Rosendo.

Por otra parte, estudios científicos en Chile y otras regiones del planeta han demostrado que los monocultivos forestales de grandes extensiones homogéneas son una de las variables fundamentales para la propagación de los megaincendios forestales.

 

La industria de los barones de la celulosa y el monocultivo tampoco es sometida a evaluaciones de impacto ambiental, que por su extensión y masividad deberían estar catalogadas como megaproyectos y ser evaluados como tales. Por el contrario, exigen más permisividad.

 

robo madera

 

El daño a los bienes comunes y pésima imagen de las grandes empresas forestales también tiene que ver con que reemplazaron gran parte del bosque nativo, favoreciendo la disminución de la biodiversidad y la erosión del suelo con sus sucesivas talas rasas, derivando en la disminución del agua en grandes y pequeñas cuencas hidrográficas. Así, incrementan la pobreza rural, favorecen la expansión de incendios forestales, inciden en la pérdida de la diversidad cultural y económica, y mantienen el conflicto por la propiedad de la tierra y el agua.

Tras 50 años de ganancias sobre ganancias y de llenarse los bolsillos a costa de la explotación de la fuerza de trabajo y los suelos de las regiones del centro sur de Chile.

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