Saltar al contenido
Portada » Chile. El Plan Laboral de la dictadura militar y sus efectos en la clase trabajadora hasta hoy: Sólo con memoria hay posibilidad de futuro

Chile. El Plan Laboral de la dictadura militar y sus efectos en la clase trabajadora hasta hoy: Sólo con memoria hay posibilidad de futuro

Próximo a cumplirse medio siglo desde el golpe de Estado de 1973, es de suma importancia para el aprendizaje y memoria de la clase trabajadora, conocer los aspectos más relevantes de las transformaciones y efectos que sufrió la clase asalariada durante la dictadura cívico militar.

¿Cuáles han sido las consecuencias del Plan Laboral de 1979, impuesto por la dictadura, sobre el sistema de relaciones laborales chileno y la organización sindical?

Diversos investigadores han planteado fundadamente que el Plan Laboral impuesto por la dictadura en el año 1979, por medio del Decreto Ley 2.756, ha traído como consecuencias –hasta la fecha- un proceso de atomización y dispersión sindical, y afectado negativamente los derechos del trabajo y derechos económicos al interior del modelo de relaciones laborales chileno, provocando una profunda desarticulación y despolitización forzada entre los trabajadores y trabajadoras en Chile.

A su vez, ha reforzado el principio que sostiene que la actividad sindical junto al conflicto social, han sido los instrumentos más importantes que posibilitaron un relativo mejoramiento de los trabajadores en su posición de subordinación en la sociedad, y en el avance de mejores condiciones para el desarrollo de la actividad laboral de los trabajadores y trabajadoras del país.

Desde el comienzo la dictadura atacó las organizaciones sociales y sindicales en todo el país, y este hecho no esperó hasta 1979 con la imposición del Plan Laboral. Entre el año 1973 y 1979 la tiranía instauró una especie de legislación de emergencia para controlar el ámbito laboral y sindical. Y que con la imposición del Plan Laboral lo que sucede es una regulación definitiva, que tiene por objeto encerrar al sindicato dentro de la empresa, minimizando su capacidad negociadora, arrincona al sindicato y persigue a sus dirigentes, lo que tiene por efecto una profunda desarticulación del entramado social que compone los sindicatos. Es decir, por medio del amedrentamiento y las trabas legales, se debilita el sindicato y se pretende restarle su dimensión política, como
actor social.

Antes de 1973, la organización sindical, previa al Plan Laboral, constituía una fuerza social fundamental para el desarrollo de los derechos laborales, y la regulación de las relaciones de poder entre capital y trabajo. Existía un fuerte componente de clase trabajadora, que compartía una mirada estructural sobre su quehacer como actor sociopolítico, con marcados rasgos de identidad de clase trabajadora, que tenía una mirada amplia que superaba los límites y las reivindicaciones del sindicato como organización laboral.

El sindicalismo antes de la dictadura se autoclasificaba, e identificaba como un sindicalismo clasista, que tenía por propósito de largo aliento sustituir el sistema capitalista y lograr avances concretos en materia de derechos legales, colectivos e individuales de trabajo, en alianza con los partidos políticos de izquierda en quienes ve un aliado, que trabaja en defensa de sus intereses de clase. Entre 1924 y 1973 el sindicalismo experimentó un proceso de desarrollo, acompañado de un florecimiento de organizaciones sociales de distinta naturaleza que, bajo un escenario de políticas públicas tendientes a la estatización de empresas, les permite alcanzar grados de evolución interna y de protagonismo social que después de la dictadura será muy difícil rearmar y articular.

El Plan Laboral en 1979, en cuanto Decreto Legal, establecido, tienen que ver con la imposición de un entramado normativo que a través de procedimientos legales jurídicos amordazó la organización sindical, otorgando además amplias y discrecionales facultades coercitivas a la clase empresarial, sobre la clase trabajadora, e impide la rearticulación de dicho movimiento incluso hasta la actualidad.

Jurídicamente se encerró al sindicato en una jaula, y se prohibió su cultura, la cultura de la oralidad política-laboral, que junto a la movilización son las herramientas de lucha de los trabajadores organizados. El informe de 1975 de la OIT, sobre la Situación Sindical en Chile, elaborado por la Comisión de Investigación y de Conciliación en Materia de Libertad Sindical, es categórico en confirmar los casos de detenciones, torturas y desapariciones de dirigentes sindicales, sociales y políticos.

Esta realidad lógicamente produjo una terrible anomia en la conciencia social de los sindicalistas, el miedo a sindicalizarse y a participar.

Los pilares que sustentaron al Plan Laboral de 1979, de acuerdo a la Fundación SOL, provocó sobre el movimiento sindical los siguientes efectos: “Prohibió la negociación más allá de la empresa/ Excluyó de la negociación colectiva los contratos con aprendizaje, a los trabajadores de la construcción, a los trabajadores por obras o faenas de temporada, a los trabajadores con responsabilidades administrativas o directivas y a los trabajadores del servicio público, entre otros/ Validó el derecho a huelga exclusivamente en el marco de la negociación colectiva erradicando las huelgas por incumplimiento de contrato o de derechos en general, por solidaridad o por causas político económicas , entre otras/ Permitió el reemplazo de huelguistas, evitando la paralización del establecimiento/ Generó una doble titularidad negociadora, donde grupos transitorios de trabajadores unidos exclusivamente para negociar y sindicatos, tienen las mismas facultades de representación para la negociación colectiva/ Impidió que los nuevos afiliados sindicales reciban los beneficios adquiridos anteriormente por el sindicato/ Estableció un sinnúmero de trámites, formalidades y plazos obligatorios que cursar para ejercer la negociación colectiva y el derecho a huelga/ Vetó como materias negociables las que limiten las facultades del empleador de organizar, dirigir y administrar la empresa, evitando una posible co-gestión del negocio».

Las medidas descritas, a todas luces provocaron una dispersión, un proceso de atomización de pequeñas células sindicales que resistieron los embates de la violencia armada que los persiguió, y desde el punto de vista del trabajo, se desplegó un nuevo modelo de desarrollo productivo en el que se sientan las bases del neoliberalismo, que introduce nuevas figuras y formas de organizar las relaciones laborales.

Hubo una ruptura profunda en la cultura sindical que afectará para siempre su cohesión, identidad, capacidad de organizarse y establecer una plataforma de trabajo común entre los trabajadores en la disputa por el poder, por el respeto y promoción de los derechos laborales, y una justa distribución de la riqueza.

Este complejo escenario se situó en los inicios del despliegue de instalación del modelo neoliberal de gestión de los mercados, y Chile fue el primer y gran laboratorio de la dictadura, impulsada por sus ideas y preceptos.

La dictadura atacó y prohibió la cultura de lo colectivo en todas sus expresiones, con énfasis en lo laboral, impulsando un modelo económico y productivo en el contexto de la globalización mundial, que desbarató profundamente el andamiaje social, cultural, político y económico de Chile, y que hasta la actualidad no logra independizarse de ese modelo.

Se destruyó la noción de lo colectivo y se ensalzan los valores de la competencia, el individualismo, y el libre mercado, fortaleciendo el surgimiento de los consumidores, en lugar de los ciudadanos.

*El presente texto, nutrido por diversas fuentes, será proseguido en próximas entregas.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *