A pesar de que ha habido avances en los derechos de las mujeres en el trabajo, aún existe discriminación, malos tratos y desigualdad. Los contratos a plazo fijo se dan más en las mujeres que en los hombres y se mantiene una importante brecha salarial de género contra las mujeres.
La precariedad contractual (contratos a plazo fijo) se asocia por supuesto a la inestabilidad laboral y al temor al despido, lo cual aumenta la tolerancia a arbitrariedades y maltrato y reduce la capacidad de afrontamiento. Además, un porcentaje importante de mujeres trabajadores son jefas de hogar y sin la existencia de una organización sindical fuerte que pueda defenderlas, el temor a perder el trabajo hace que ellas mismas permitan el maltrato más que los hombres.
El maltrato laboral hacia la mujer, lamentablemente también ha tenido consecuencias fatales en nuestro país y es así como el 20 de enero la cajera del Líder Express Bellavista de Concepción, Mónica Vásquez murió en su puesto de trabajo debido a un paro cardiorrespiratorio. Esta trabajadora tenía problemas de salud en sus piernas, por lo que debía realizar su trabajo sentada y a pesar de tener un certificado médico que avalaba su condición, la jefatura insistía en hacerla trabajar de pie. El acoso laboral contra Mónica se arrastraba desde hace tres años y se habían presentado las denuncias correspondientes, pero no hubo respuesta favorable. El 20 de enero esta trabajadora murió en su puesto de trabajo, dejando consternados y dolidos a todos sus compañeros de labores.
También en enero se suicidó Janis Gerder de 30 años, técnico de enfermería, quien se desempeñaba en la Clínica Santa María en Santiago. Producto del agobio laboral y la negativa de la empresa a su solicitud para hacer uso de sus vacaciones que por ley le correspondían.
Esta joven trabajó por nueve años en la clínica, donde nunca le permitieron cambios de turno y tampoco le habrían dado las facilidades para que pudiera estudiar, lo que le provocó una severa depresión que la llevó al suicidio.
Es urgente y necesaria la organización de las y los trabajadores, para defender nuestros derechos. Si los dirigentes sindicales no están comprometidos realmente para enfrentar al empresariado cuando sea necesario, deben ser destituidos por las bases y ser reemplazados por nuevos dirigentes honestos y luchadores.
Sólo la organización de los trabajadores en forma consciente, solidaria y organizada, nos permitirá lograr los cambios que necesitamos para poder lograr una mejor vida. Es necesario luchar por el cambio de esta sociedad capitalista que solo aplasta y humilla a los trabajadores. Nuestra tarea es luchar por una sociedad más justa.
Urge el apoyo a la mujer trabajadora en la maternidad; contar con salas cunas y guarderías en todas las empresas con madres; y que las empresas privadas y el Estado colaboren económicamente con mujeres con hijos.
A igual trabajo, igual salario, junto con la paridad de género en las jefaturas.
Por Pamela Meza