Patricio Manns (84), el brillante y comprometido cantautor y escritor chileno, falleció durante la mañana de este sábado 25 de septiembre en la Clínica Bupa de Reñaca, Viña del Mar, donde fue internado hace un mes producto de una grave descompensación.
Manns lega una obra estratégica para los intereses de las clases trabajadoras y populares, no sólo del país, sino que de Latinoamérica y el mundo.
A modo de homenaje a su memoria ardiente y viva, abajo se reproduce un artículo de crítica musical del artista publicado en la histórica revista Ritmo, el 4 de enero de 1966.
Muchos creen que la tarea que se echaron encima al propugnar la renovación de la música de Chile es tarea sencilla. Que basta con haber conquistado a un pequeño sector del público y que podemos darnos por satisfechos cuando competimos bajo cierta ventaja con las grabaciones procedentes del exterior. Sin embargo, es absolutamente indispensable mirar la realidad sin distorsiones; necesario también, aprender a considerar.
Es verdad que mucho se ha logrado hasta ahora. Pero no es menos cierto que el camino que resta por recorrer es aún más arduo y espinoso. No sólo se trata de elevar el índice de venta de las grabaciones nacionales sino de mejorar la calidad de los temas. Chile, en esta materia, ha sido una larga fábrica de lugares comunes, con algunas excepciones. Y he aquí el objeto de estas líneas.
Los autores nacionales pecaron siempre de ingenuidad y mal gusto en el trato de los textos. Menospreciaban al público y consideraban que era suficiente rellenar un tema melódico o folklórico con palabras sin significado. Pero ahora, está probado que a aquellos que nos siguen, es posible darles trabajos de mayor profundidad y significación sin arriesgar la pérdida de los lugares de privilegio. Cuando esto, que parece sumamente sencillo, haga carne en todos nuestros autores, comenzará realmente la «nueva época» de la canción chilena. Es indispensable tornar los ojos a los temas que nos ofrece la vida que circula alrededor nuestro. Contar y cantar las cosas de Chile; definir poco a poco las raíces de nuestra nacionalidad; hundir las manos creadoras en el mar y en la tierra, en los llanos y en la cordillera; desenterrar la leyenda y la conseja, la fábula y la anécdota, la historia y la razón de ser. Pero para ello, es necesario también estar preparados. Vivir preparándonos.
Y ello ocurrirá cuando todos aprendamos a leer, a hurgar, a investigar, a recrear. La vida cotidiana no es suficiente para desarrollar la sensibilidad y para despertar los altos vuelos de la poesía. La poesía no se improvisa. Se siente y se comunica, pero nunca se inventa. Nuestro territorio es poesía, pero aquellos que están llamados a cantarle no lo saben y se quedan merodeando junto al viejo tema del amor y el dolor humanos. Es hora de despertar en conjunto. Que no haya más voces aisladas. Que seamos unidad a sangre y fuego. Que nos vinculemos definitivamente a la vida, al trabajo, a la realidad de las herramientas. Que no volvamos a caer en las ruedas del sueño sin significado. Es esta una etapa verdaderamente importante como para no luchar por que nuestras manos tengan en ella su lugar de batalla, día a día, para todos los días del futuro.